Un aplauso para los que, a pesar del miedo, salen a escena exponiéndose a las valoraciones de otros, que quizás no sean amables ni respetuosas.
Un aplauso para quien, sin garantías de que lo suyo salga bien, se atreve a cantar, a bailar, a publicar un poema, a hablar de sus sentimientos o a vestirse según sus propios gustos.
Pongámonos en la piel de la persona a quien le cuesta exponerse. Sabe que se coloca en una posición vulnerable. Corre el riesgo de ser rechazada; de recibir burlas, abucheos o críticas negativas.
Pero elige quedarse con lo que quiere: cantar, hablar, salir… Y, para ello, pasa por encima del miedo a las posibles reacciones negativas de la gente.
Independientemente de lo bien que cante o haga lo suyo, esta persona merece un aplauso por su valor, por haberse colocado ahí con el miedo que tenía.
No seremos nosotros (ni tú ni yo) quienes despreciemos su esfuerzo. No seremos quienes le demos una bofetada por atreverse, ni le soltemos que está haciendo el ridículo.
Dejemos que otros hagan ese trabajo. Desafortunadamente, nunca falta quien se ocupe de él.
Si te parece, aplaudamos su gesto de valentía. Hagámoslo, porque nosotros vamos a estar alguna vez en su misma situación: expuestos al juicio de terceros.
De primeras, no vamos a mostrar soltura y seguridad en todo lo que hagamos. Así que es inevitable que, alguna vez, nos toque salir a escena con los recursos que tenemos, si es que queremos vivir ese momento.
Ahí estará el público para emitir su veredicto. Tal vez sea esta persona, que sabe lo que cuesta atreverse a hacer lo que uno quiere, una de las que nos den su aplauso.
Él/ella sabe lo que cuesta vencer el miedo y correr el riesgo de hacerlo mal. Sabe que es un ejercicio de valor y así lo reconocerá.