No nos engañemos. Para alguien que no está acostumbrado, adoptar una actitud positiva es más difícil que adoptar una negativa.
La actitud negativa es la salida fácil en ese caso.
Rendirse, quejarse, quedarse inmóvil, hacerse la víctima o echarle la culpa a otro en una situación complicada es mucho más sencillo que responsabilizarse de la misma y buscar soluciones.
Hay quien piensa que para que las cosas empeoren no hay que hacer nada. Es verdad. A lo sumo, darles un empujón.
Destruir es simple; construir requiere intención y compromiso.
Acercándose a la negatividad
Es difícil también que una persona sea consciente de su negatividad. Tendrá que pararse a reflexionar un poco.
Porque una de las características de la actitud negativa es que se toman conclusiones precipitadas. Conclusiones rápidas, que se extienden igual de rápidamente.
¿Por qué ese mal humor? ¿Por qué lo ve todo negro? ¿A qué viene esa sensación de impotencia?
Causas de la actitud negativa
El origen de la actitud negativa está en las emociones y los pensamientos (negativos, claro) y estos pueden nacer de…:
➜ La baja autoestima. Por ejemplo, cuando la persona tiene una pobre imagen de sí misma. Cuando no tiene confianza en sus capacidades (o ni las conoce) o se siente como una hormiga a merced de la lluvia torrencial.
➜ Experiencias pasadas y presentes. Tener heridas que no han cicatrizado, cargas del ayer o vivir actualmente en unas circunstancias duras a las que no les ve fin.
➜ El entorno. Familia, amigos, compañeros, televisión, periódicos, etc. La persona quizás esté absorbiendo continuamente toda esa negatividad que le rodea.
Una vez que la persona sabe o intuye cuál es el origen de esa actitud negativa, ha de ver qué ventajas le reporta. ¿Funciona en sus relaciones, en el trabajo…? ¿Tiene alguna compensación?
Por supuesto que la tiene. Con esa actitud, quizás, la persona es tomada en serio, recibe más atención o controla mejor el entorno.
Plantearse el cambio
¿Para qué va a cambiar de actitud si la actual le reporta beneficios? ¿Se va a arriesgar? ¿Qué puede esperar del cambio?
Ufff… Ganancias enormes (y conste que no estoy vendiendo nada). 😉
Mejoras en su autoestima, en la confianza en sí misma, en sus relaciones y, sí, hasta en su salud física.
Todo un caudal de ganancias, que se acumula dando pequeños pasos de los que tanto hemos hablado:
- Cuidar de sí misma: descansar, buscar estrategias para manejar el estrés, hacer ejercicio, tomar aire fresco, etc.
- No compararse con otros, si no es para aprender algo.
- Alejarse de gente negativa y acercarse a gente constructiva.
- Hablarse a sí misma sin reproches, culpas o victimismos, sino como lo haría un buen amigo.
- Llevar un estilo de vida activo; tener algo que hacer (planes, objetivos, retos) y celebrar los pequeños logros.
- Echarle una dosis de humor a cada día.
- Etc.
¿Compensa cambiar?
A ti, si es eres esa persona interesada en tener una actitud más positiva, es a quien le corresponde decidir.
Yo solo puedo decirte que, aunque hay momentos en los que cuesta avanzar, pienso seguir por este camino y lo recomiendo. Para mí, vale la pena el cambio.
Imagen de Joseph Philo Powell
Lucía dice
Hola!!!
Sigo este blog a diario desde hace varios meses y me encanta!!!
Me guía por el camino que he decidido seguir y me ayuda a ser la persona que quiero ser: una persona positiva con una autoestima sana.
Pero claro, me gustaría que los demás también sean más positivos y se beneficien de las múltiples «ventajas». En concreto, tengo una amiga a la que veo francamente «perdida».
La aprecio muchísimo porque tiene un carácter extrovertido, alegre y valores que yo admiro. Ahora tiene algunos problemas personales y los afronta de un modo negativo: no para de quejarse, critica despectivamente a los demás,… y cuando le digo que no merece la pena ser así, que podría tomarse las cosas de otro modo… siento que no me escucha y sigue igual.
Y yo no sé cómo ayudarla, porque ya me estoy cansando de sus quejas pero tampoco quiero darla de lado. Y temo perderla como amiga.
Me planteo varias cuestiones:
– tengo derecho a «intentar cambiarla» aunque sea por su bien, o es mejor mantenerme al margen y que se dé cuenta por sí misma?
– se dará cuenta algún día o vivirá siempre en esa montaña rusa de emociones?
A lo mejor es que le gusta vivir así, pero yo veo que está sufriendo.
En fin, no sé que hacer…y me gustaría que trataras este tema un día, ya que es una cuestión que se puede presentar multitud de veces a lo largo de nuestra vida.
Muchas gracias por este maravilloso blog!!!
TBM - Casandra dice
Hola, Lucía!
Muchísimas gracias por comentar y por tus palabras. Son muy motivadoras para mí. 🙂
Respecto a lo que cuentas sobre la situación con tu amiga, es cierto que no he publicado algo sobre ese tema en concreto, pero ya caerá. 😉
Por lo que dices, hay afecto en vuestra relación; tú aprecias realmente a tu amiga, pero hay asuntos como el exceso de quejas que te gustaría que fuesen de otro modo. Sobre las quejas, aquí hay recopiladas algunas estrategias en caso de que ya hayas hablado de este asunto con ella (por qué se queja a menudo y si puedes ayudarla de algún modo).
¿Incitarla a cambiar? Me temo que no es buena idea. Igual que tú eres libre para ser como te gusta, ella tiene derecho a ser como prefiera y a cambiar cuando lo considere oportuno. Tú puedes darle tu opinión (como ya lo has hecho), servirle de «inspiración» (por si se decide a cambiar), pero hasta ahí.
Puede que algún día (porque cuentas que a veces se desorienta) llegue tu amiga a pedirte ayuda, consejo, apoyo… pero tiene que salir de ella. De otro modo, aunque insistieras en cambiarla, no lograrías nada.
A pesar de los pequeños desencuentros, espero que la vuestra sea una relación en la que mutuamente os aportéis algo valioso (incluso si ella sigue en sus trece). 😀 Si no, ya se verá.
Te reitero mi agradecimiento, Lucía. Un saludo. 🙂
B.C. dice
Yo lo tengo claro aunque a veces cueste: compensa 🙂
Un besito!
TBM - Casandra dice
Ya somos más. 😀 Gracias, B.C.!
Besos calurosos!!