El comer y el rascar, todo es empezar.
¿Cuántas veces te has sentido perezoso a la hora de empezar una de esas actividades en las que terminas pasándolo bien, como salir por ahí a dar una vuelta con los amigos?
Valió la pena vencer el momento incómodo inicial. Como lo valió en actividades menos agradables, que dejaron de parecerte tan pesadas una vez que estabas metido en faena.
Hablemos de objetivos duros y de tareas difíciles. Si los postergas, lo más probable es que se vuelvan todavía más duros y difíciles.
Si empiezas con ellos, la inercia y la experiencia que vas ganando a cada paso, suelen quitarle dificultad a la misión.
Pero empezar cuesta mucho. El primer obstáculo (y tal vez uno de los mayores del recorrido) lo encuentras al comienzo. ¿Cómo superarlo? Por ahí van estas sugerencias.
1. Define el objetivo
Antes de empezar, decide cuál es la meta y porqué te interesa llegar hasta ella. Un fin determinado y unas buenas razones motivan de manera más sólida que convencerte de que, cuando termines la tarea, vas a premiarte con tu helado preferido.
Además, cuanto más claro tengas el fin que quieres conseguir, más fácil es hacer un plan que te lleve hasta ahí.
2. Divide en porciones manejables
Los comienzos también son difíciles porque, cuando levantas la vista, ves en el horizonte un montón de tareas y de pasos que te faltan por dar.
¡Fuera el agobio! No tienes que hacerlo todo a la vez. Ya que has definido tu meta, procede dividir el recorrido en acciones (o etapas). Y, ahora mismo, estás en la primera.
Cuando termines con la primera acción, ese pequeño éxito te da el empuje para ponerte con la que sigue. Completada ésa, viene la tercera. Y así vas, paso a paso, etapa a etapa, avanzando hasta completar el recorrido.
El comienzo es mucho más sencillo si lo que vas a hacer lo divides en trozos y te ocupas de ellos de uno en uno.
3. Tolera los errores
¿Vas a equivocarte? Sí. Puede que en minucias. O puede que cometas un error que sea la madre de todos los errores.
Cuanto más largo y difícil sea un objetivo o tarea, mayor es la probabilidad de cometer errores. Si los tienes por un mal indeseable, vas a desgastarte más que si los consideras experiencias de aprendizaje, que te servirán para corregir tus acciones y, si es necesario, rediseñar tu plan.
4. Enfócate en las soluciones
Los errores son prácticamente inevitables cuando la misión es complicada. Y lo mismo pasa con los problemas. Los dos son elementos que forman parte del proceso. Sería absurdo no contar con ellos.
Entre los previstos y los imprevistos, los problemas son situaciones que toca resolver por el camino. Consumen tiempo, energía y puede que más recursos.
Como pasa cuando te equivocas, te desgastas menos cuando, después del pataleo, pasas raudo a la búsqueda de soluciones: ¿Qué voy a hacer para resolver esto?
5. Sé paciente
Hay misiones que al inicio pueden resultar frustrantes y confusas. Suponen llevar a la práctica ciertas acciones con las que no estás familiarizado y necesitas hacer un esfuerzo adicional.
Piensa en un trabajo o en una habilidad en el que llegas de nuevas. Los primeros días estás perdidísimo, hasta que poco a poco, con práctica y paciencia, te vas haciendo con el manejo de las cosas.
Conforme van pasando los días, lo extraño se convierte en conocido y lo realizas de manera natural. ¿A que también te consta esto?
6. Empieza pronto
Muchos nos hemos agarrado a la excusa de no estar lo suficientemente preparados para demorar el comienzo de la misión. ¿A quién vamos a engañar? Ésa es una manera más de procrastinar.
Hay situaciones que necesitan más preparación y planificación que otras. Y, sí, es conveniente dedicar un tiempo a planear. Pero no demasiado. Especialmente, si ese tiempo de planificación se lo quitas al tiempo que necesitas para terminar el trabajo.
Es preferible empezar pronto, cuando tengas lo esencial, que esperarte hasta tener cada aspecto del plan atado y bien atado:
- Porque, cuanto antes empieces, más tiempo tienes por delante (y, si es el caso, podrás trabajar a un ritmo más cómodo).
- Porque tenerlo todo perfectamente controlado es más difícil que empezar e ir ajustando los flecos pendientes por el camino.
7. Déjate apoyar
Es tu vida y es tu propio camino, PERO no estás solo. Hay personas que van a ser un apoyo para ti y estarán encantadas de serlo. Lo mismo que tú, cuando ayudas a la gente que quieres.
Es una gran ventaja que puedas contar con ellos. Y, además, cuentas con la sabiduría de otras personas (tal vez, menos cercanas), que comparten su conocimiento y su experiencia contigo.
Lejanos, cercanos, emocionales, técnicos… Aprovecha los apoyos con los que puedas contar del tipo que sean, siempre que la contraprestación sea razonable. Los comienzos siempre son más fáciles cuando otros te dan la mano.
¿Qué tal te suena lo anterior? ¿Qué haces tú para quitarles dificultad a los comienzos?