La autodisciplina consiste en seguir las normas que tú has establecido, independientemente de si en ese momento te apetece seguirlas o no.
Apúntate, que vamos a explorar un poco en esta actitud que resulta ser tan rentable en la consecución de nuestras metas.
Qué es la autodisciplina
¿Te suena lo que es la “fuerza de voluntad”? Si estás más cómodo con el término, puedes conectar fuerza de voluntad y autodisciplina, porque ambas son parecidísimas.
“Fuerza de voluntad” es una expresión muy descriptiva. En los momentos críticos especialmente, recuerdas tu voluntad (tus objetivos, prioridades, razones) y, de ahí, sacas la fuerza para actuar. Así la entiende una servidora.
“Autodisciplina” es la decisión de actuar de acuerdo a unas decisiones que ya has tomado.
Es más mecánica que la fuerza de voluntad. Llegado el momento, cumples con el plan previsto porque ya acordaste contigo que lo harías. A la brava y sin darle vueltas.
Cuando da la hora de trabajar o cualquier compromiso que hayas hecho contigo, te pones sin más historia.
Si la emoción del momento es poco propicia (que estés cabreado, desmotivado, triste o demasiado alegre para trabajar), cumples con el plan igualmente. No permites que las emociones decidan por ti.
Trabajar con las emociones en contra no es fácil. Pero sabes que las emociones son cambiantes. Y que, si cumples con la palabra que te diste, te sentirás bien por haberlo hecho.
Ahí vas.
Dan las 7 de la tarde. No tienes muchas ganas. E igual haces lo que dijiste que harías. Si en tus emociones no tienes demasiado control, en tus hábitos sí tienes bastante.
La autodisciplina te ayuda a que disminuyan los días en los que haces excepciones (que siempre hay algunos), para que puedas mantener la regularidad y sumar más aciertos que días en blanco.
Pasará lo que tenga que pasar. Pero es más probable que consigas lo que te has propuesto si sumas día a día, reduciendo el número de excepciones.
Esa es la cara de la autodisciplina. ¿Qué? ¿Se ve muy antipática o difícil?
Pues no es para tanto. Vamos con la segunda parte.
¿Cómo generar la autodisciplina que necesitas?
¿De golpe? No. Lo primero que puedes hacer es comenzar a mirar la autodisciplina con otros ojos, si es que te resulta antipática.
Puede parecerlo. Ya que, muchas veces, implica elegir el camino más difícil frente al camino más fácil y apetecible.
[Te dejo la explicación en vídeo de lo que sigue. Debajo sigue la entrada, por si prefieres leer.]
Consideramos la disciplina una cualidad positiva, que aumenta las posibilidades de alcanzar nuestros objetivos personales y profesionales.
La mayoría de esos objetivos involucran decisiones frecuentes, que nos dan la oportunidad de entrenar la disciplina poco a poco, día a día.
Y lo hacemos con prácticas como las que vas a leer. Quizás quieras tomarlas como sugerencias.
➜ 1. Decide QUÉ quieres.
Esto es válido para las tareas que vayas a realizar hoy, así como para objetivos grandes.
Concéntrate. Dibuja en tu mente qué es lo que vas a hacer. Imagínate acabándolo (encestando tu tiro).
Recréate en las sensaciones positivas que sientes al alcanzarlo. Y ármate de valor. El camino empieza ahora y tú vas a llegar hasta ahí.
➜ 2. Define tus acciones con claridad.
Tan importante como decidir QUÉ vas a hacer, es planear CÓMO hacerlo. Elabora una hoja de ruta para el proyecto. Incluso para cada día, hazte un pequeño esquema si lo necesitas.
El orden y la claridad son una ventaja. Es más probable procrastinar en una tarea que es toda incertidumbre.
➜ 3. Ponte de tu lado.
Tira las etiquetas: “Ay, es muy difícil”, “No tengo ganas”, “Yo no soy así de fuerte”… o cualquier otra que esté estorbando.
Puedes. Quieres. Y vas a hacerlo. (Punto)
➜ 4. Descansa.
Un requisito para ejercitar y fortalecer la disciplina es este: tener energía.
Respeta tus descansos, ya que sin ellos es muy difícil seguir adelante con consistencia.
➜ 5. Aliméntate en condiciones.
También tendrás más energía si tu alimentación es sana y equilibrada.
➜ 6. Haz primero lo que menos te apetece.
La razón es que, como tienes más energía, te será más llevadero empezarlo y dejarlo hecho. Además, la sensación de victoria sirve de impulso para hacer el resto de cosas pendientes.
➜ 7. Comienza por poco.
Si estás verde en el entrenamiento de la disciplina, empieza por misiones pequeñas.
(Por ejemplo: hacer la cama cuando te levantas, sacar la basura por la tarde, fregar los platos justo después de comer…)
Elige las tareas pequeñas que quieras y entrena la disciplina con ellas. Si vas ganando práctica con lo pequeño, menos trabajo te costará emplear disciplina después, en un reto de más entidad.
➜ 8. Respeta tus decisiones.
Así sean pequeñas: “Sacaré la basura a las 8.”
No negocies contigo mismo cuando llegue la hora y no tengas ganas de cumplir. Simplemente, hazlo. (También trabajas la autoestima con esto, ¿eh?)
➜ 9. Construye hábitos y rutinas.
La razón es que, cuando construyes hábitos, ahorras energía. No necesitas tanta disciplina para cumplir y, por tanto, puedes dedicársela a otros menesteres.
Si hay una tarea que te cuesta horrores, sácale partido a esta idea: elige un día y una hora y hazla siempre en ese momento.
(Yo lo estoy haciendo con ir de compras: miércoles, a las 3:00 p.m.)
➜ 10. Prémiate por lo bien hecho.
Puedes hacerlo como quieras, procurando, eso sí, que la recompensa sea proporcional al logro.
Ejemplos: una horita con tu hobby, después de terminar las tareas del día o unas vacaciones, después de terminar un proyecto largo.
Y, siempre, siempre, reconoce tus esfuerzos, valora tus progresos y saborea tus avances, aun cuando al resto del mundo les sean indiferentes.
¿Un resumen de todo lo anterior?
Elige hacer lo que más te beneficia (a ti y a tus objetivos), que es lo que acordaste contigo mismo que harías, en lugar de lo que más te apetece hacer en este momento.
Intenta acertar. Si lo haces, eso que sumas. ¡Vamos! Suma hoy también. 🙂
Espero que, si tenías una visión de la autodisciplina poco agradable, esta entrada haya contribuido a que la veas como a una buena amiga.
Muchas gracias por leer.