Elegir continuamente entre una cosa y otra, cansa. Apenas si lo notas, porque son muchas decisiones pequeñitas las que surgen.
En esta entrada vamos a ver cómo reducir la fatiga en la toma de decisiones, a fin de llegar a la tarde-noche con algo de energía para otros menesteres.
¿Te parece un buen propósito?
O, simplemente, veamos cómo no estar hechos polvo al final del día. Ya está.
Tomamos muchas decisiones
Las decisiones cotidianas consumen parte de nuestro tiempo y, aunque no lo parezca, también se llevan una cuota de energía mental.
- ¿Qué me pongo hoy?
- ¿Llamo a Juan ahora o más tarde?
- ¿Compro las peras o las fresas?
La productividad se resiente cuando te ves abocado a tomar decisiones constantemente: ¿Qué hago ahora? ¿Cómo lo hago? ¿Dónde lo pongo?
Y el tiempo de ocio también se ve recortado y afectado.
Tienes dos horas libres por la tarde y no sabes si ver una película o leer. Te decides por la película y pierdes un cuarto de hora en elegirla.
La continua toma de decisiones cansa mentalmente, aunque tú no seas consciente del cansancio. Y esa fatiga es a menudo la causa de que tomes malas decisiones.
Con cada decisión que realizas estás pagando una pequeña cuota de energía.
Conforme avanzan las horas y sigues tomando decisiones, a tu cerebro le cuesta más sopesar la información y elegir la opción más conveniente.
Y, cuando se agota la energía, una de dos: O te quedas sin hacer nada o tomas una decisión por impulso:
- Compras esa chulada que has visto en Internet,
- te pones ciego de comida chatarra… etc.
En resumidas cuentas, cuando estás cansado es más fácil que caigas en comportamientos que desearías evitar.
¿Qué puedes hacer para reducir esta fatiga?
Aquí es donde los hábitos y las rutinas de tu vida cotidiana te dan un respiro. Establecen un marco de actuación, librándote de decidir qué hacer y cómo hacerlo en bastantes momentos del día.
Diseña y cultiva los que gustes.
Para esto están los planes para situaciones delicadas.
Con ellos, anticipas decisiones para evitar que la fatiga te lleve a tomar una decisión impulsiva. Ejemplos:
- Cuando estás a dieta, haces un plan de comidas saludable y decides de antemano que no vas a consumir cierto tipo de alimentos. No irán en la lista de la compra. No entrarán en casa.
- Cuando dejas de fumar, estudias qué situaciones te darían más ganas de encender un cigarrillo y decides cómo vas a afrontarlas cuando lleguen.
- Cuando se te viene encima una marabunta de trabajo, antes y con tiempo trazas unas líneas de acción.
Y, por supuesto, también ayudan los planes “generales”: Organizar un poco el día de hoy; decidir el domingo tu vestuario o las comidas de la semana; anotar en la tarde del viernes el trabajo más importante de la semana siguiente, etc.
Otra sugerencia: Captura las ideas cuando surjan.
Tener un inventario de ideas preparadas te ahorrará tiempo y energías. Porque, llegado el momento, la decisión ya estará tomada.
Por ejemplo: Si hoy se te ocurre un regalo de Navidad para X persona, apúntalo por ahí. Haz lo mismo con películas que te gustaría ver, con los libros, con las cosas divertidas que te gustaría probar, etc.
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Un par de entradas más sobre las decisiones, el cansancio y la mala combinación que hacen ambos:
- Reposta energía para tomar mejores decisiones.
- La importancia del descanso en la toma de decisiones.
Gracias por venir.
Publicado en marzo de 2015. Editado y republicado en septiembre de 2018.