Cinco de la tarde. Acordaste contigo hacer “la tarea X” a esta hora. Pero lo estás pensando mejor… ¿Y si antes te tomas un café?… ¿Y si ordenas la habitación un poco?
He aquí un obstáculo que muchos procrastinadores expertos conocemos divinamente: la indecisión de última hora.
Como individuo pensante, sopesas tus opciones antes de tomar una decisión. Te decantas por una de ellas. Y, a eso, le sigue la acción correspondiente.
Si continúas deliberando sin decidirte, la acción deseada es probable que no se produzca. Por eso, en muchas ocasiones, es recomendable dejar de pensar; decirle al cerebro: “¡Cállate, por favor.”
Gracias a eso, madrugas o te pones a hacer ejercicio. Porque, si le dejas tiempo al cerebro para que fabrique excusas, es probable que te decantes por opciones más cómodas y agradables en ese momento.
¿Y si no has tomado la mejor decisión?
¿La mejor? ¿Quién toma la mejor decisión en cada momento del día? ¿Hay alguien que acierte siempre?
Confía en tu criterio. Si te has dicho que a las cinco de la tarde harás “la tarea X”, olvídate a esa hora de “las tareas H y N”. Termina con la deliberación. Córtala. Actúa.
Puede que no tomases la decisión perfecta eligiendo “la tarea X”. Pero es una buena opción. O, en todo caso, bastante mejorcita que perder el tiempo en una tontería o en una tarea de poco valor.
¿Por qué cuesta tanto?
¿Qué es lo que te impide dejar de darle vueltas a si haces “la tarea X” o eliges otra más indicada para el momento?
Tal vez sean las emociones, que están ahí para avisarte de que lo que vas a hacer es duro.
• Por una parte está el miedo, que hunde sus raíces en el perfeccionismo. El miedo a los errores en la tarea, a no entender, a no avanzar, a hacerlo mal…
Una idea para restarle poder a ese miedo es prescindir de las expectativas sobre la tarea; hacerla, sin más, a ver qué pasa o hacerla para quitársela de en medio.
• Por otra parte está la incomodidad. ¿A quién le apetece ponerse con una tarea difícil, cuando podría estar viendo su programa favorito en la tele? A poca gente.
Cuando estás a punto de empezar con “la tarea X”, tu subconsciente te empuja para que elijas una opción más cómoda.
¿Ver la tele? No, no… Eso es procrastinación descarada. Te sabe mal. Pero podrías decantarte por ordenar la habitación o por regar las plantas, que te cuesta menos trabajo que “la tarea X”.
Tu parte consciente quiere hacer la tarea productiva que había decidido hacer a esa hora. Tu subconsciente, no. Por eso, dudaste de “la tarea X” y pensaste en otras tareas menos fastidiosas.
O juegas o trabajas
Tu subconsciente ganó. No pudo convencerte de que sentaras a ver la tele, pero sí logró que hicieras otras tareas, con tal de no verte las caras con la temible tarea X.
Mal negocio por tu parte. No se puede decir que, al evitar la tarea X, te hayas divertido. Estuviste limpiando, ordenando… mientras la tarea más importante te llamaba. Y eso no suena a descanso ni a diversión relajada.
Para colmo, ahora tienes menos tiempo, menos energía que antes… y aún te espera la tarea que decidiste hacer a las cinco.
• Te hubiera convenido más tomarte el descanso. Ver tu programa favorito en la tele, jugar o salir a pasear media hora. Darte ese rato de relax (sin más discusión en tu cabeza), prometiéndote que después te irías raudo a por “la tarea X”.
• O hacer “la tarea X” primero, prometiéndote el descanso para después. Avanzarla durante media hora, completar un trozo o dejarla hecha. Como sea, pero mega-concentrado en la acción y sabiendo que, tras ella, la diversión estaría asegurada.
[Personalmente, prefiero la segunda opción: lo difícil, primero, siempre que tenga fuerzas para hacerlo así.]
Conclusiones: La indecisión puede estropearte tanto el trabajo, como el descanso. Si ya has decidido que a las cinco viene “la tarea X”, ¡a saco con ella! No hay más que pensar.
Pero si, aun así, lo meditas mejor y decides que necesitas un descanso, haz un descanso con todas sus letras, sin pensar en que podrías estar trabajando.
Practiquemos.
Imagen de Mister Kha
Pepita dice
Muy buenos consejos¡¡ siempre lo difícil se hará lo primero. Un saludo.
Casandra - TBM dice
Gracias, Pepita. Yo también me entreno en esto. 😉
Saludos.