Cuando hablas con tus amigos, ¿de qué hablas más, de alegrías o de penas? ¿Va por rachas, quizás?
No sé en tu caso. Durante algunas etapas en las que me sentía más estresada, yo casi siempre hablaba de problemas.
Me reunía con alguien y cada uno contaba las tribulaciones por las que estaba atravesando.
¡Oh, claro! Es bastante terapéutico.
Hablar de problemas (solo)
Relaja, te da otra visión de los problemas y, quizás, el amigo te apunte una solución que a ti no se te había ocurrido.
Sin embargo, aprendí que es contraproducente limitar las conversaciones a ese tipo de cosas que van mal.
¿Qué se consigue con eso?
Si cada vez que me encuentro contigo sólo te hago partícipe de mis miserias, lo que consigo es hacerme más adicta a la atención que recibo cuando me quejo.
También consigo atrofiar mi habilidad para encontrar otros temas de conversación y, como remate, consigo que a ti te guste cada vez menos verme aparecer.
Quejarse y hablar sólo de los problemas va convirtiéndose en un hábito perjudicial para mí, en este caso.
Porque, honestamente, ¿a ti te gusta relacionarte con personas que únicamente te hablan de problemas?
Tú también tienes los tuyos y eso no te impide compartir con tus amigos un poquito de alegría.
Nos hace falta un poquito de luz, especialmente cuando atravesamos por días estresantemente oscuros.
Por eso, aunque nos contemos nuestros problemas, no estaría de más añadir un poco de humor o relatar alguna anécdota positiva siempre que sea posible.
Añadir un poco de alegría a nuestras interacciones sirve para descansar de lo que nos preocupa, para tomar fuerzas y, de paso, también anima al amigo que tenemos en frente.
- ¿Qué fue lo último divertido que te ocurrió?
- ¿Cuál ha sido la mejor experiencia del día?
- ¿Qué chiste te contaron con el que no podías parar de reír?
- ¿Cómo te sentiste cuando hoy te sonrió esa criatura tan pequeñita?
Además de las penurias, necesitamos compartir lo bueno. Hablemos también de alegrías. 😉
Inma Torres dice
Totalmente de acuerdo. Hablar de nuestras alegrías en lugar de nuestras penas ayuda a los demás, pero también nos ayuda a nosotros mismos, puesto que hablar en positivo cambia nuestra actitud y nuestra visión en la vida. Gracias por el artículo.
Casandra - TBM dice
A ti, Inma. 🙂 Pues sí. Es que, si hablamos sólo de lo que no funciona, nosotros solitos nos vamos enterrando en el drama. ¡Saludos!