Hay que ser muy valiente para aceptar la realidad tal y como viene. Es humano que a veces flaqueen las fuerzas y ocultemos la verdad, tanto a ojos de los demás como a ojos de nosotros mismos.
Y si mentir a los demás puede ser inconveniente, mentirse a uno mismo es una conducta mucho más dañina.
Los mecanismos que una persona emplea para engañarse a sí misma son variados. Veamos algunos:
- Negación: Rechazar la verdad es la forma más habitual de auto-engañarse.
- Represión: Desterrar la verdad al rincón más remoto de la mente y hacer como que no existe.
- Proyección: Atribuir cualidades negativas propias a otra persona. (Cree el ladrón que todos son de su condición.)
- Racionalización: Justificar los errores o las conductas que no estén bien vistas para evitar sentirse ridículo o culpable.
La función de estos mecanismos es la de protegernos de una verdad que es dolorosa o molesta. En definitiva, nos mentimos a nosotros mismos por miedo a la verdad.
Ocultar la verdad a uno mismo puede tener su lado positivo, como casi todo. Por ejemplo, dejar de pensar en una situación determinada, como si no existiera, para abordarla más adelante cuando se esté preparado.
Sin embargo, estos mecanismos sólo sirven para eso, para posponer la asimilación de la verdad indefinidamente.
Ser capaz de aceptar y asumir la verdad, sea cual sea, es un signo de valor, el cual tiene repercusiones positivas en nuestra persona: Aumenta la confianza que tenemos en nosotros mismos; nos sentimos más contentos y cómodos… En esencia, mejora la autoestima.
Resumiendo: Engañarse a uno mismo durante largo tiempo es un error de los que se pagan más caros.
Imagen de Corinna A. Carlson
Editores Web dice
El principal problema de mentirnos es que llegamos a creernos nuestras propias mentiras y es cuando los problemas se convierten en mayores… incluso podemos llegar a tener probelmas mentales, en casos extremos, pero la posibilidad alli esta!
Casandra dice
Sí, Juanka. Lo que dices es un caso extremo, pero también puede ocurrir. Es más frecuente engañarse a uno mismo para evitarse dolor sin que tenga demasiada trascendencia. Cuando uno se dice, por ejemplo: "Me da igual que no me invitaran a la fiesta, porque no quería ir." Creer eso, aunque sea mentira, es menos doloroso que pensar que se han olvidado de uno… Y, como ésta, hay un montón de situaciones en las que lo más fácil es el auto-engaño.