¿Eres una persona que se sale de lo común? ¿Eres el líder de una importante organización? ¿Has sido laureado por tus descubrimientos científicos? ¿Desmontaste la última trama secreta para destruir al mundo?
Yo no. Yo creo que soy una persona corriente. Ninguna de mis cualidades es excepcional y, probablemente, ninguna de mis hazañas las recogerán los libros de historia.
El diccionario de la RAE lo deja claro:
corriente.
(Del ant. part. act. de correr; lat. currens, -entis).9. adj. Medio, común, regular, no extraordinario.
Lo dicho: Una persona del montón, de la media, común y corriente.
Queda un poco negativo, ¿no? Como si uno fuera una persona de calidad inferior a quienes son célebres por algún motivo.
Una persona corriente…
¿Una mujer corriente? Cuando el adjetivo se lo aplica uno mismo, suena fatal. Estos calificativos (normal, común, corriente…) no deberían emplearse para personas, sino para sucesos, productos, servicios, situaciones, etc.
La palabra «corriente» no describe a una persona que tiene su propia historia, sus ideas, sus sentimientos y deseos.
Por lo tanto, es de las etiquetas más equivocadas y simplistas que podemos usar para referirnos a quien sea.
¿Te sientes tú una persona del montón?
Quizás nos sentimos así al compararnos con personas reconocidas en la sociedad o con héroes de película que viven aventuras apasionantes. Quienes somos y lo que hemos hecho parece muy corrientito al lado de lo suyo.
Eso es lo malo de las comparaciones: que ciegan, limitan y ofrecen una visión muy incompleta de la realidad.
Muchas de las personas que admiramos (las especiales o extraordinarias) se han dedicado con esmero a conseguir lo que querían. Y eso está al alcance de cualquier persona corriente.
Cada persona corriente tiene objetivos, deseos, su propio concepto de éxito.
Y, cuando lucha por lo que quiere, deja de ser «corriente». Porque cada uno de nosotros hace un camino distinto, único, propio; quizás, extraordinario.
¿Puede una persona común y corriente ser admirable?
Contéstalo tú. Seguro que admiras a personas famosas por algún motivo. Pero piensa también en aquéllas que, sin ser tan reconocidas, han dejado huella en ti.
Quizás, tu madre, que se esforzó como una campeona para que crecieras sano. Un maestro, que creyó en ti. Un amigo, que te inspiró especialmente. Un desconocido, que un día te contó una historia tan inspiradora que aún recuerdas…
Mi vida se ha llenado de valor gracias a mucha de esa gente «corriente». ¿Y la tuya?
Haz tu camino
Es una tontería tratar de «ser alguien» en la vida. Ya somos «alguien». Lo que cuenta es el camino que hacemos.
Podemos conformarnos con ser personas corrientes, que viven esperando que ocurra un evento excepcional. O podemos decidir sobre nuestro destino. Tú, sobre el tuyo. Yo, sobre el mío.
Cada uno seguirá su camino, defenderá lo que cree, se esforzará por sus metas, inspirará a personas distintas… Y eso nos hará especiales, únicos.
Si todavía crees que eres una persona corriente, mira alrededor. Seguro que encuentras a alguien que, por alguna razón, sí cree que eres especial. Escúchale.
«Ser corriente» no significa nada.
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Imagen de Adrian Dreßler