El humor es uno de los recursos que más enriquecen nuestra vida.
Reduce el estrés o incluso lo suprime, mejora nuestras relaciones y nos predispone a ver el lado amable de cualquier situación, entre otros beneficios.
De esta buena medicina hemos hablando antes, en especial de la risa, que es la expresión más visible del humor. Pero siempre lo hemos hecho entendiendo el humor como algo positivo, constructivo, creativo, como buen compañero de la autoestima.
Definitivamente, aunque cada persona tenga su propio sentido del humor, podemos distinguir, grosso modo, entre dos grandes estilos: el positivo y el negativo.
Reírse de otro: el lado oscuro del humor
El humor también tiene su lado oscuro tal y como lo describe James Aragon, que no es psiquiatra ni nada parecido, sino un artesano de la madera que lleva años escribiendo con buen humor y sobre el buen humor.
Aragon utiliza adjetivos como éstos para ayudarnos a identificar el humor negativo: sucio, sacástico, destructivo, hiriente, irrespetuoso…
El humor negativo consiste en reírse a costa de otros y NO con otros.
Burlarse, ridiculizar o humillar a otras personas a causa de sus errores, de sus limitaciones, de sus creencias, de sus defectos físicos, de su apariencia o de cualquier otra circunstancia personal o social no tiene nada de positivo.
O… tú dirás.
¿Merece la pena reírse de alguien?
Quizás sí para quienes no sean objeto de la burla, pero puede herir a quien sí lo es.
Desafortunadamente este tipo de humor se da con tanta frecuencia que pasa desapercibido. Como una mala hierba, crece en todas partes, incluso en las escuelas, donde los niños se ríen del gordito o del raro de la clase.
Es el lado abyecto del humor, la otra cara de la moneda. ¿Qué se gana, por ejemplo, riéndose de la discapacidad de una persona? Por ganar, hay quien se gana la vida haciendo humor con eso.
La «gracia» es que hay quien solo entiende ese tipo de humor y se sorprende cuando no te ríes viendo cómo un viejecito se cae en una zanja abierta en la calzada. Luego te dice: «Es que no tienes sentido del humor.»
«Ese no, afortunadamente.» Es lo que pensaría alguien con la mínima noción de lo que significa la palabra «respeto«.
A mí, dame humor del bueno
Hay humores que sanan y humores que matan.
Imagina que el sufrimiento se ha convertido un bloque macizo atado a tu pie y tú vas hundiéndote hasta que llegas al fondo del pantano, donde te quedas solo, en total oscuridad y sin poder respirar.
Pues, una forma de hacer esa cuerda elástica y emerger a la superficie de tanto en tanto para tomar aire es reír un poco. No de cualquier manera, claro. Porque la risa tiene su lado edificante y terapéutico, y otro que es más negro que el mismo fondo del pantano.
Y, como mal menor, están los dedos acusadores de quienes no tienen sentido del humor y esperan verte todo el tiempo con cara de pepinillo en vinagre.
¿Eres irresponsable por reír?
Nada de eso. Por reírte de tus propios despistes, de tus errores o de los pequeños accidentes de la vida casera NO estás siendo irresponsable.
Al contrario, te distancias de ellos momentáneamente, te relajas y oxigenas el cerebro para abordarlos con más eficiencia. Qué caray…
Lo irresponsable es carcajearse, desentenderse y colgarle el lío a otro.
¿Estás como una cabra?
Conoces bien tus problemas (son muchos, vale) y eres consciente de ellos, pero eso no te impide bromear ocasionalmente.
Incluso pasándolo mal, ironizas sobre cómo podría ir a peor la cosa o le das la vuelta por completo, por ejemplo, comentando con un compañero lo «idílico» de tu situación.
¿Es que te estás volviendo loco? Claro que no. Tan solo estás tomando el aire que necesitas.
¿Eres frívolo?
Asumes tus responsabilidades. Te identificas o te solidarizas con el sufrimiento de otros. Estás comprometido con una causa…
Muy bien. Pero eso no significa que tengas que estar todo el tiempo preocupado, llorando o con cara de indignación.
Ser sensible y compasivo no está reñido con pasar cuatro ratos buscándole el lado amable a la vida.
¿Eres egoísta?
Todo lo contrario: Puede ser muy generoso que compartas algo divertido con el prójimo. La mayoría de nosotros necesitamos reírnos más.
El humor es egoísta si te distancias del dolor de la gente como si no fuera contigo y, además, lo rematas con risotadas. En ese caso, no solo egoísta, sino sádico.
Es repulsivo cuando te mofas del que es diferente. Y patético, cuando todo lo que ves lo transformas en un burdo chiste sexual.
Sí, el sentido del humor puede ser grotesco, cínico, procaz o directamente… asqueroso.
Pero se supone que tú buscas es otro: un sentido del humor que te desestrese, que te alivie y que pronto vaya soltando la amarra del sufrimiento constante.
Buscas el mismo tipo de humor que quienes deciden añadirle a la vida luz, esperanza, alegría… aunque sea en pequeñas dosis. ¡Valen oro esos momentos!
Así es que, si estás muy, muy abajo, rodéate de personas con esta misma actitud. No falta gente sana dispuesta a compartir y extender el buen humor.
¡Funciona!
Imágenes: garlandcannon (on hiatus) y Scintt