¿Cuántas veces has tenido una oportunidad enfrente y la has dejado pasar porque tenías la sensación de no estar a la altura?
Espero que no demasiadas, porque la sensación que queda es amarga.
En un primer momento, te alegras. Estás en una nube de felicidad al divisar la ocasión de hacer o de formar parte de eso que tanto anhelas.
Sin embargo, antes de que te muevas, comienzan a sonar unas vocecitas antipáticas en tu cabeza que te dicen que no das la talla. Y ahí es donde comienza a doler el asunto.
Una oferta de trabajo, por ejemplo. ¿Has dejado pasar la oportunidad de optar a un empleo sólo porque TÚ decidiste que no estabas muy cualificado para el puesto?
O en un concurso… ¿Te has dicho a ti mismo que no estabas a la altura para competir con los otros participantes?
A esa persona que te gusta a rabiar. ¿No le has dicho «hola» porque te sentías poquita cosa para que volviera la cara y te mirase?
Todas esas situaciones tienen lo mismo en común: No te atreviste a vivirlas porque te convenciste de que no estabas preparado o de que no te merecías lo bueno que pudiera derivarse de ellas.
Al cuerno con esas suposiciones
Tú eres valioso ahora mismo. Y, aunque no lo creas, ni los demás ni tú mismo (con esas antipáticas vocecitas) te pueden quitar ni un ápice de lo que vales.
Lo único que te falta es creerlo y separar esa convicción de cualquier cosa que pueda ocurrir cuando te lances a por esa oportunidad.
Porque, en cuanto lo creas, es muy probable que, además de ésa, nuevas oportunidades se crucen ante ti. Si una no se concreta, la siguiente puede hacerlo.
Actúa
La próxima vez que tengas un reto de ese tipo ante ti, lánzate. Deja que la duda de no estar a la altura te persiga. Quizás no le dé tiempo a alcanzarte.
Permite que el miedo sea tan sólo una señal de que estás yendo más allá de lo que tú pensabas; de que te estás atreviendo a plantar cara.
No esperes hasta que las vocecitas te digan que estás lo suficientemente preparado. ¿Y si consideran que nunca lo vas a estar? ¿Cuántas oportunidades más vas a permitir que escapen entre tus dedos?
Atrévete. La forma de ir ganando confianza en ti mismo es ésa. ¿Y qué, si sale mal? En el peor de los casos, aprendes.
Nota: No eres el único a quien atañe esta entrada. A mí me sirve de recordatorio.
__
Relacionado:
Imagen de James Jordan