La soledad es una experiencia dolorosa para aquellas personas que desean conectar con otras y, por alguna razón, no pueden hacerlo.
Lo que hace que la soledad sea tan terrible no es que no haya gente alrededor, sino el aislamiento, el sentimiento de exclusión.
Es el aislamiento indeseado lo que duele. Y bastante.
En esta entrada vamos a ver:
- Qué es la soledad. O el sentimiento de soledad, más bien, que es lo que duele.
- Porqué es difícil salir de la cárcel donde te encierra.
- Y qué puedes hacer para liberarte.
1. La soledad perjudica seriamente la salud
La soledad no es tanto una situación personal como un sentimiento. Uno de los que mayor sufrimiento producen.
Y no solo merma el bienestar emocional, sino también el físico.
Las consecuencias del aislamiento y la escasa interacción social, según un estudio reciente, se pueden comparar con estos conocidos peligros para la salud:
- Es equivalente a fumar 15 cigarrillos al día.
- Equivalente a ser alcohólico.
- Más dañino que no hacer ejercicio.
- Dos veces más dañino que la obesidad.
Otro estudio añade que la soledad afecta a la calidad del sueño, con lo que eso repercute en el bienestar de la persona. [Referencia al estudio]
Las personas aisladas, que tienen poco contacto con la gente y se sienten solas duermen peor y es habitual que experimenten más interrupciones en el sueño nocturno que aquellas que tienen más conexiones e interacciones con los demás.
2. Cada soledad es única
Contando con lo anterior, el sentimiento de soledad es distinto para cada persona que lo sufre, dependiendo, entre otras cosas, de sus necesidades y expectativas en las relaciones.
Las palabras: «Me siento solo» cobran un significado único, según quién las pronuncie. Y hoy aprenderemos porqué.
Nos sirve de referencia el artículo «The Three Factors of Loneliness» (Los tres factores de la soledad), de PsychCentral.
En él nos muestran que ese sentimiento de soledad es el resultado de combinar tres factores:
1) La vulnerabilidad a la desconexión social
La necesidad de inclusión social varía de una persona a otra. Y, cuando mayor es esta necesidad, más difícil es de satisfacer.
2) La habilidad para gestionar las emociones ligadas al sentimiento de exclusión
Esa habilidad se deteriora conforme la soledad indeseada se prolonga en el tiempo.
El malestar crónico dificulta que la persona acepte y controle ese sentimiento, sin juzgarse a sí misma o a los demás.
3) La imagen y expectativas que la persona tiene sobre sí misma y sobre los demás
A menudo la persona que se siente excluida piensa que hace todo cuanto está en su mano para conectar con los demás, pero ellos no responden.
Esta frustración puede derivar en resentimiento («La gente es egoísta y va a lo suyo«).
Pero, echándoles la culpa y tratándoles como a una panda de desalmados, lo que consigue es que se alejen más aún.
Otras veces, la persona cree que el fallo es suyo. Piensa que no vale la pena lo suficiente como para que los demás se acerquen. Y esa misma idea hace que se vaya encerrando más.
Los miedos van aumentando y la habilidad para interactuar y conectar con otros, disminuyendo.
Como te imaginas, para superar esta situación hay que trabajar en sentido contrario, aunque sea difícil.
3. ¿Por qué es difícil salir de la cárcel de la soledad?
Cuanto más tiempo permanezcas aislado, más te costará salir de ahí. Esto se explica por lo siguiente.
1. La soledad influye en tu manera de entender las relaciones
Las relaciones se enfocan desde el pesimismo. La gente se ha ido marchando y tú asumes, a la hora de contactar con alguien nuevo, que va a ocurrir lo mismo o que estar contigo no es tan interesante como estar con otras personas.
El miedo que sientes a no ser querido y al abandono hace que tú mismo pongas más distancia entre tú y los demás.
2. La soledad despierta sospechas
La gente se da cuenta de lo solo que estás y, lamentablemente, eso te estigmatiza: Si está solo, por algo será.
Con esa etiqueta que te colocan, es más difícil acercarse a otros o que a ellos les apetezca hacerlo.
3. La soledad es contagiosa
Cuesta creerlo, ¿verdad? Como si se tratara de una enfermedad infecciosa, la soledad afecta a quien la padece y, tiempo después, a quien tenga contacto con esta persona.
Hay estudios que demuestran que es así, pero basta pensar un poco para llegar uno mismo a esa conclusión. Porque todos terminamos pareciéndonos a las personas con quienes compartimos más tiempo.
Tú te vuelves un solitario taciturno. Coincides de vez en cuando con tu sobrino y, dentro de un año o dos, tu sobrino va por el mismo camino.
A más contacto que tenga tu sobrino contigo, más «aprenderá» de ti y más se impregnará de ese sentimiento.
Pero aquí no acaba el contagio: Tu sobrino, probablemente, también esparcirá el virus de la soledad entre la gente que conozca.
4. La soledad atrofia tus habilidades sociales
Cuanto más tiempo permanezcas aislado social y emocionalmente de otros, más te costará conectar con ellos cuando quieras hacerlo.
Ocurre igual que con los músculos del cuerpo: Las habilidades que no se usan, se atrofian.
Tú puedes pensar que te cuesta conectar con la gente porque eres «un raro», cuando no es así. Lo único que está ocurriendo es que estás oxidado hasta para iniciar una simple conversación.
4. Cómo hacer frente a la soledad
En primer lugar, podrías concretar qué es la soledad para ti:
- ¿Necesitas más gente en tu vida?
- ¿Necesitas relacionarte con más soltura con las personas que te rodean?
- ¿O quizás necesitas establecer una conexión más profunda?
- ¿Cómo te limita?
- ¿Qué cambiaría en tu vida si no te sintieras solo?
A partir de ahí, puedes aplicar en tu vida las ideas que te sirvan para hacerle frente a ese sentimiento e ir rompiendo esas barreras.
Ideas para aliviar el sentimiento de soledad
Si el dolor es muy intenso, recurrente o supone un obstáculo para que puedas hacer tu vida, lo suyo es que hagas lo mismo que cuando un dolor de muelas no te deja vivir: acudir a un profesional de la salud, que para eso están.
Para situaciones más manejables, aquí tienes ideas.
1. Revisa tus creencias sobre el género humano
Habrá personas no te tragarán ni en pintura. A otras les dará igual que vengas o que vayas. Pero, como somos un grupo muy variado, también habrá personas a quienes les interesen tus ideas y les guste tu persona.
Conviene recordarlo, porque la soledad alimenta pensamientos muy negativos: Estoy solo. Nadie me entiende.
2. Alimenta tus relaciones actuales
No desconectes de tu círculo habitual, a menos que alguna relación sea particularmente nociva. Vale que te sientas incomprendido o poco valorado. Vale que tus relaciones se alejen kilómetros de la perfección.
Pero, en lugar de centrarte en ti, mira qué puedes aportarles a ellos y qué actividades puedes compartir. Como creas oportuno y con quien quieras, pero conecta.
3. Dedica tiempo a tus hobbies e intereses
Por dos razones. La primera, atenuar el estrés. Esto lo consigues prestando atención a esas actividades agradables. Veinticuatro horas nadando en la desolación son agotadoras.
La segunda, encontrarte con gente de inquietudes similares a las tuyas, en caso de que tu afición sea de esas que se compartan (algo muy recomendable en este caso).
4. Toma la iniciativa
Si estás socialmente aislado, prueba a interaccionar con otros. No asumas de primeras que tú no eres interesante.
Habla con la vecina. Apúntate a un foro. Relaciónate en Facebook. Apúntate a un curso. Haz voluntariado social. Llama a antiguos conocidos o amigos. Practica un hobby «conjunto» (un deporte colectivo, bailes de salón, teatro, etc.).
Pon de tu parte a diario y realiza pequeños progresos. No tienes que hacer todo lo anterior. Ve un pasito cada día, con el convencimiento de que saldrás de la mazmorra.
5. Sé más optimista con la gente
O, al menos, no tan pesimista. No todo el mundo te va a despreciar, va a pasar de ti, te considerará poca cosa o se aburrirá contigo.
Hay personas con las que tú haces buena liga. La historia está en encontrarlas y en aproximarte sin tantas reservas, dejado a un lado esas precauciones excesivas e inseguridades.
6. Sigue practicando
Tanto si conoces a gente nueva, como si quieres des-oxidar tus relaciones habituales, te verás en la incómoda situación de hacer lo que menos te apetece. ¿Una vez? No, muchas veces.
Tal vez te cueste saludar al vecino, preguntarle a tu hermano cómo le fue en la entrevista, dirigirle la palabra a un desconocido o escuchar pacientemente la aventura que un amigo se muere por contar.
Puede que cometas errores, que te pongas tenso, que te quedes en blanco o que te sacuda la tristeza. Hazte a la idea de que no será cómodo. Pero da también por seguro que, cuanto más practiques, más soltura tendrás y más gusto les sacarás a las interacciones sociales.
Ya irás eligiendo qué relaciones alimentar o estrechar y porqué. Tampoco tienes porqué ser una mariposita social, si no es tu estilo.
7. Ponte de tu lado
Respetarte, perdonarte, cuidar de ti, hablarte como a un amigo… Ahora, que echas en falta un aliado incondicional, es cuando más necesitas ser amable contigo.
Suele pasar que, cuanto más atención le prestas a un dolor, con más intensidad lo sientes. Así que préstale más atención a lo que tú estás poniendo de tu parte para restablecerte. Lo demás, déjaselo al tiempo.
¿Más ideas?
➜ Si te sientes muy tenso cuando interactúas con otros, podrías trabajar ese punto. Por ejemplo, practicando actividades físicas que te liberen de esa ansiedad y te ayuden a sentirte más relajado.
➜ De puertas adentro, también puedes deshacerte de los prejuicios que están estorbando, si los tienes, empezando por uno muy dañino: La soledad no tiene nada que ver con el valor de una persona.
➜ Cuando interactúes con alguien, hazlo fácil. No pienses en ti y en lo nervioso que estás; céntrate en la otra persona.
➜ ¿Se te hace difícil manejar tu ansiedad o te parece que tus habilidades sociales están anquilosadas? Pide ayuda a alguien de confianza (o a un profesional, como hemos dicho).
➜ Trabaja en la aceptación de los demás.
La gente es como es. No todos son distantes y egoístas. Date la oportunidad de elegir a quienes quieres que formen parte de tu vida e invítalos a pasar. Pero, cuando lo hagas, sé consciente de que las relaciones a veces duelen. Acéptalo, sin juzgar a esas personas y sin juzgarte a ti.
➜ Estar acompañado no se limita a tener gente alrededor, sino a conectar con ella. Sé consciente de esos momentos en los que tú te muestras abierto.
➜ Si has perdido relaciones por conflictos que han quedado atrás y merece la pena retomarlas, considéralo.
➜ Otra sugerencia: Haz lo contrario de lo que tu emoción te dicta. Cuando sientas la necesidad de huir o encerrarte en ti mismo, habla con otros.
➜ También puedes pulir tu comunicación no verbal, para que otras personas te perciban más receptivo. Ya sabes: contacto ocular, una oportuna sonrisa, etc.
➜ Conecta con los demás practicando esos pequeños gestos amables que a la mayoría nos gustan.
➜ Además, podrías ofrecer tu apoyo a personas que necesiten conectar con alguien y tengan más dificultades. Puede ser el caso, por ejemplo, de algunas personas mayores.
Libérate
Si el sentimiento de soledad te ahoga y se ha convertido en una cárcel para ti, estudia la situación y adopta las medidas que creas que son más efectivas para afrontarla.
No tienes que hacer todo lo de la lista y, mucho menos, en un día. Avanza poco a poco.
Es difícil. Es duro. Pero inténtalo. Y, si necesitas ayuda, pídela.
Espero que te sirva. Gracias por leer.
Referencia: Why Loneliness Is a Trap and How to Break Free, de Psychology Today.
Imágenes: Aaron Edwards, ro_buk [I’m not there] y Still Burning