Pensar en las consecuencias de nuestras decisiones no está reñido con vivir el presente, porque cada cosa que hacemos o decimos ahora afecta a lo que va a suceder después.
¿Qué pasa con las palabras que se dicen en pleno arrebato de ira? ¿Y con el camino fácil que tomamos hoy, porque sentimos miedo o pereza de hacer algo más provechoso?
Lo que decimos hoy o lo que hacemos no puede “descambiarse”, como quien cambia unos zapatos en la tienda después de haberlos comprado.
No hay descambios ni devoluciones. Lo que haces hoy queda hecho así y tienes que vivir con eso.
Siempre puedes rectificar si te has equivocado. Puedes buscar nuevas oportunidades si dejas escapar las de hoy. Puedes pedir perdón. Puedes volver a intentar, volver a empezar… Por supuesto que sí.
Pero eso no quita que hoy, que estás a tiempo, trates de tomar las decisiones más convenientes; que seas consciente de lo que estás haciendo y de sus posibles consecuencias.
Piensa en cómo va a mejorar tu vida lo que vas a decir o hacer, si eso va en consonancia con lo que quieres ser y lograr.
Seamos más conscientes y estemos más despiertos para dirigir nuestra vida por el camino que deseamos. Espero y deseo que contemos con la inspiración necesaria para llevarlo a cabo.
Imagen: Patrick Mackie [CC-BY-SA-2.0], via Wikimedia Commons