Aquí tienes propuestas para afrontar los imprevistos, ya que evitarlos no es posible.
Por perfecto que sea tu plan, la realidad le encontrará los cabos sueltos.
Los imprevistos son previsibles, valga la ironía
Planear es una cosa. Pretender controlar hasta el último detalle, es otra.
Los imprevistos están ahí desde que naces. Unas veces para hacer la vida más emocionante. Otras, para complicarla de lo lindo.
Acostumbrarte a «esperar lo inesperado» te ahorrará buenas cuotas de ansiedad.
La vida no conspira contra ti cuando, por ejemplo, tienes prisa un día y es precisamente entonces cuando encuentras más atascos, más colas e interrupciones en tu camino.
Tampoco lo hace cuando, sin explicación, llega un desastre que pone tu existencia patas arriba.
¿Por qué a mí? ¿Por qué en este preciso momento?
Porque no siempre tienes la oportunidad de diseñar la vida a medida, controlando cada suceso. Asumir esta «simpleza» evitará que lo pases peor cuando surja el imprevisto.
Simple: Espera lo inesperado
Es simple, pero no es fácil. Es sano, pero no te gusta. En esto se parece a muchos hábitos beneficiosos, ¿a que sí?
El quid va a estar en practicarlo.
Aceptar que lo inesperado pueda ocurrir no implica que te guste. Implica la decisión de adaptarte a lo que sea que venga.
¿Es bueno? ¿Es malo? ¿Quién lo sabe?
Hay bastantes situaciones inesperadas que no sabes si son “buenas” o “malas” a priori.
- Cuántas veces has dado por bueno un suceso, para darte cuenta después de que no fue tan bueno. Por ejemplo, conocer a una persona supuestamente maravillosa, que al final resultó no serlo tanto.
- O cuántas veces has pensado que lo que te ocurrió fue “malo”, para darte cuenta más tarde de que, gracias a eso, te animaste a realizar cambios que fueron muy positivos.
¡Ah! No te olvides de las veces en las que lo pasaste muy mal cuando se produjo un percance. Y tiempo después pudiste recordarlo entre risas, como un incidente divertido.
Qué más puedes hacer para llevarte mejor con los imprevistos
Has leído dos propuestas esenciales:
- Da por hechos los imprevistos, aceptando que son parte de la vida.
- Evita pre-juzgar, sin saber cómo acabará el asunto.
Además de eso:
- Haz planes flexibles, cuando te toque hacerlos. O, si lo prefieres, varios planes: Plan A, Plan B.
- Haz sitio para los imprevistos en tu agenda. Si no hay necesidad de apretarse, deja huecos libres.
- Haz sitio para los imprevistos en tu presupuesto. Crea un pequeño fondo para cubrirlos. Lo vas a utilizar seguro.
- Practica la relajación, la meditación o cualquier actividad agradable que te ayude a canalizar el estrés. Con los nervios de punta, los imprevistos sacuden más fuerte.
- Haz cambios en las rutinas. No te apegues a hacer tus cosas siempre de la misma manera. Introduce variaciones voluntariamente. Esto te entrena para ser más adaptable.
Con la preparación que acabas de leer, cuando llegue el día del imprevisto (hoy mismo, tal vez), será más fácil que respondas de una manera calmada.
Cómo responder ante una situación imprevista
0. El punto cero es asumir lo inesperado como parte de la vida. Y que le hagas sitio, con medidas como las de arriba.
¿Qué sigue, cuando acaba de producirse la sorpresa?
1. Mantén la calma. Es la parte más difícil. Pero vas a tener muchas ocasiones para practicarla, gracias a los pequeños imprevistos y percances cotidianos.
Aprender a tener paciencia con lo pequeño, sirve para cuando te las ves de cara con un imprevisto mayor.
Ante la sorpresa, coge las riendas de los caballos desbocados de la emoción.
2. Respira. Necesitas que llegue oxígeno al cerebro para entender lo que está ocurriendo y evaluar tus opciones. Unas cuantas respiraciones lentas y profundas te ayudarán a pensar.
3. Quédate en el presente. Los imprevistos, como obviamente se salen de lo común, te fuerzan a mirar el presente.
Pero a una parte de ti puede que le dé por irse al pasado: “Si hubiera hecho aquello, no hubiera pasado esto.” Y, de ahí, te metes en una espiral de malestar que sabes que no soluciona nada.
Los imprevistos no se pueden evitar. Si no cae uno, cae otro. Si no te equivocas en una cosa, te puedes equivocar en la siguiente.
Acepta que eres un simple humano, en una aventura de la que no tienes todo el control.
4. Establece prioridades. Mira lo que hay ante ti. ¿Qué es lo más importante que puedes hacer en este momento?
5. Actúa. Si has determinado que necesitas moverte deprisa, cuanto antes mejor. Si no, date más tiempo para actuar. Y, si necesitas pedir ayuda, pues la pides.
Las dos últimas medidas son de una obviedad abrumadora en estos casos. No merecen más explicación. Lo enjundioso va a estar en todo lo anterior.
Curiosamente, aunque cada día ocurren cosas que se salen del guión, tenemos dificultades para aceptar determinadas situaciones. Sigamos entrenando.
Si algo te llevas de este artículo, que sea la invitación de “esperar lo inesperado”. Porque los imprevistos, buenos o malos, son invitados que nunca avisan.
Gracias por leer. 😉
Imagen de Beth Nazario