Ya nos demos cuenta o no, cada día aprendemos algo nuevo, fruto de las experiencias cotidianas de la jornada, irrepetibles todas ellas.
Y también aprendemos provocando nosotros mismos situaciones que nos proporcionen una información que integraremos en nuestro pequeño universo de saberes.
Aprender supone un constante enriquecimiento. Valorémoslo.
En las etapas iniciales de nuestra vida parecemos esponjas, absorbiendo y construyendo aprendizajes. Sin embargo, el aprendizaje no es un proceso que se detenga o se agote en una fecha determinada.
Al contrario, aprendemos continuamente.
Conservemos la ilusión de los más jóvenes, que muestran su alegría cuando descubren algo nuevo. Motivos para alegrarse los hay, ya se trate de un logro importante o de un pequeño paso.
Hagamos balance al final del día, para ser conscientes de lo que hemos aprendido y conservemos la humildad que, al día siguiente, nos permita estar receptivos a los nuevos aprendizajes. Siempre nos queda algo que saber a lo que podamos sacar provecho.
En ocasiones, supongo que alguno se habrá preguntado lo mismo que yo: ¿Para qué me hace falta saber esto?
Hay que ver cuántas veces me hice esa pregunta en mi etapa de estudiante… Después descubrí que todo lo que aprendemos nos sirve posteriormente. Sí, todo.
Por un lado, adquirimos conceptos o habilidades que podemos aplicar directamente en cualquier momento de nuestra vida; ahora o más adelante.
También están los aprendizajes que, si bien no podemos aplicar de manera directa, nos ayudan a adquirir más fácilmente los aprendizajes futuros. Son la base, los cimientos necesarios para acceder a otros conocimientos.
Nada de lo que aprendemos es inútil.
Incluso aquello que pensamos que no nos va a servir, nos puede guiar para saber cómo NO hay que hacer las cosas, cómo seleccionaremos más adelante lo que SÍ queremos saber y de qué fuentes aprenderemos.
En la mayoría de los aprendizajes significativos de nuestra vida involucramos a los demás. Aunque no haya alguien que nos guíe directamente durante el proceso y pensemos que somos autodidactas, lo cierto es que muchas veces no es así.
Acudimos a experiencias y recursos (libros, artículos, comentarios…) que otras personas comparten y avanzamos gracias a ellos.
Resumiendo, tenemos dos motivos para alegrarnos:
- Todos los días crecemos aprendiendo algo nuevo.
- Los demás nos ayudan a que esto sea más fácil.
Y tú, ¿te alegras cuando aprendes algo nuevo?
Comentarios
6 respuestas a «Hoy tenemos algo que aprender»