Autodeterminación y autonomía

Hablamos de dos componentes de la autoestima: autodeterminación y autonomía.

Como cualquier otra relación, el amor hacia uno mismo hay que cultivarlo. Y las dos palabras del título tienen bastante que ver en el proceso.

Comenzamos con la primera.

Autodeterminación

Todos tenemos distintos tipos de necesidades (físicas, afectivas, intelectuales, espirituales, etc.). Una vez que las identificamos, hemos de decidir cómo satisfacerlas. Eso es autodeterminación.

En la definición verás que la autodeterminación es el derecho de los pueblos a decidir por sí mismos sin presiones del exterior. Aplicado al desarrollo personal, viene a ser lo mismo.

decisiones

Decidir por uno mismo parece simple. Pero nunca faltan presiones, consejos, manipulaciones y demás, que nos pueden empujar por un camino, cuando nosotros por nuestra cuenta hubiésemos decidido algo bien distinto.

Cuando somos adultos y tomamos decisiones siguiendo alguna frase como: “Yo te lo digo por tu bien” o “Estaría mejor si lo hicieses de otro modo”, le estamos dando tres patadas a nuestra autodeterminación.

Los demás pueden ser una guía, pero solo eso. Para hacer fuerte a la autoestima, hemos de concederle valor a nuestro propio criterio.

Esto se consigue cada vez que elegimos convencidos de lo que queremos. Aunque tengamos en cuenta a los demás, tomamos las decisiones por cuenta propia, sin miedo a no complacer o a decepcionar a otros.

Tomada una decisión cualquiera, entra en juego la autonomía.

Autonomía

La autonomía es la capacidad de llevar a cabo lo decidido de manera independiente. También parece simple a primera vista, pero no lo es.

Un ejemplo simple: decides ir a comprar el pan (Autodeterminación) Y, como puedes hacerlo de manera independiente, te acercas a la tienda y culminas la misión en menos de 10 minutos. (Autonomía)

Esto, tan simple, no lo pueden hacer todas las personas. Alguien puede decidir comprar el pan, pero encontrarse con limitaciones que se lo impidan: intelectuales, económicas, de movilidad… y todas las que se te ocurran.

Para favorecer a la autoestima, una persona ha de aumentar su autonomía hasta donde le sea posible.

Todos vamos a depender unos de otros en algunos momentos de nuestra vida (cuando somos mayores o muy pequeños; cuando estamos enfermos…). O tal vez precisemos apoyo constante en algunas áreas.

Está bien. Todos nos necesitamos.

Pero, cuando una persona esté en condiciones de elegir por sí misma y de llevar a cabo la acción necesaria de manera independiente en eso que ha decidido, ha de hacerlo.

autodeterminación y autonomía

Depender de otras personas por gusto o cuando no hay necesidad de apoyo le hace mal a la autoestima.

¿Por qué? Porque la persona no está concediendo valor a su criterio y a su capacidad para actuar libremente. Es un mal gesto consigo misma.

Para entenderlo mejor, podemos verlo trasladado a otra persona:

Amas a una persona (adulta y en pleno uso de sus facultades mentales). Si no le concedes valor a lo que piensa, ni le permites actuar libremente según sus decisiones, ¿qué clase de amor es ese?

El amor hacia uno mismo es igual que otro. Como te aprecias, te permites elegir haciendo uso de tu propio criterio y actuar con independencia.

En esa idea se condensan los dos términos de los que hemos hablado en la entrada.

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