Las circunstancias o el entorno son poco motivadores. Si acaso, todo lo contrario. Te esfuerzas por encontrar lo que te dé fuerza y no lo hallas.
Ya que el panorama está así, ¿qué tal si lo bueno que falta lo pones tú?
Hay etapas más fáciles que otras. En unas cuesta menos avanzar y la suerte parece estar de cara. Nada que ver con las etapas en las que estás hundido o atascado y las oportunidades no aparecen ni debajo de las piedras.
Oportunidades esquivas u ocultas, pero ahí están. Y ahí estás tú también, por qué no, dispuesto a encontrarlas o a sacarte unas nuevas de la manga.
Ahí estás tú para poner lo bueno
¿Qué vas a ganar quedándote a merced de la impotencia? Sabes que servirá de poco concentrarte en lo mal que está la cosa o en lo peor que pueda venir.
Por eso, decides mirar hacia delante; dejar atrás la decepción y atar el miedo en corto, para que éste no te impida sacar tu lado más creativo.
Cada día que pasa, menos piensas en lo injusta que es la vida o en cantinelas del estilo. Porque tienes algo mejor que hacer: levantar la cabeza y no dejar pasar la oportunidad de avanzar hoy.
Es seguro que a días te flaquearán las piernas.
Los problemas difíciles y las situaciones frustrantes continuarán llegando, como es natural que pase. Aceptarás la realidad, aunque cueste. Y, seguidamente, continuarás buscando y generando nuevas oportunidades.
Es tu decisión. La de poner fuerza, alegría, esperanza, donde estaban o están escaseando. Ahí estás tú para poner lo bueno.