El título viene de un proverbio japonés. Dice algo como que el clavo que sobresale es el que recibe más martillazos.
Se me hace una advertencia útil, de parte de una sociedad que valora la armonía en el grupo. El clavo que sobresale llama demasiado la atención.
Aquí, en España, también somos de movernos según el grupo. Sobre todo, en los pueblos del interior. Si quieres me cuentas cómo es por tu zona.
Esto se nota una barbaridad cuando sales fuera.
¿No ves las pintas que llevas?
Mi hermana vivió en una ciudad de Finlandia. Me contaba que, ya se te ocurriera ir en autobús con un traje de faralaes, la gente no te daba un martillazo con los ojos.
Todo lo más, te miraba con curiosidad, si tu aspecto llamaba la atención.
Yo viví un tiempo en una ciudad de EE.UU. y también lo noté. La gente pasa un kilo de que vayas con un gorro rojo chillón por la calle, aun cuando nadie lleve gorro.
Si deambulas pacíficamente, muchos ni te miran.
Son entornos más abiertos a que cada cual exprese su individualidad. Y se deja ver en detalles como los de la indumentaria que eliges para salir al exterior.
Cuesta más romper con la armonía visual en un pueblo de España. En las grandes ciudades es otra cosa, menos mal.
¿Te comenté que me hicieron bullying en mi pueblo por salir a correr con chaleco reflectante?
(Fue un comentario de paso, en una entrada que tenía que ver con respirar menos tubos de escape.)
Hay gente que sale aquí con ropa reflectante. Pero la mía llamaba más la atención, porque no era del estilo que suele usar la mayoría. ¡Martillazo al canto!
Hoy mismo presencié una presión más sutil.
Una chica llegó con su abrigo recio a un grupo, donde todos llevaban abrigos más ligeros. Y una de sus compañeras no se lo dejó pasar. Hizo el típico comentario de broma con el que le indicas a alguien que está desentonando.
Esto ocurre muy a menudo.
Me he limitado al vestuario para no complicarme la vida. Pero el ejemplo vale para otras decisiones en las que des la nota.
Aun así, ingéniatelas para seguir haciendo lo tuyo.
Alguna vez vas a llamar la atención. Tal vez, por hacer cosas distintas de las que están haciendo quienes te rodean.
Alguna vez vas a ir a contracorriente. Y es una incomodidad con la que hay que contar.