Todo gran aprendizaje se compone de pequeños (a veces minúsculos) pasos que tienen lugar día a día.
Veremos cómo es fácil cumplir con el dicho: «No te acostarás sin saber una cosa más.»
Tomaremos como base un artículo de Ryan Stewart en Pick The Brain.
El aprendizaje no es únicamente una cuestión de esfuerzo.
No aprendemos únicamente cuando nos sentamos frente a un libro o unos apuntes y tratamos de absorber conocimientos. Es decir, aprender no es sólo estudiar.
Cada día nos podemos nutrir de nuevos aprendizajes gracias a técnicas y recursos como los siguientes:
1. Investigar
El aprendizaje es significativo cuando nos mueve la curiosidad del descubrimiento.
Sentimos la necesidad de saber algo más y buscamos la manera de averiguarlo, lo que hace que se trate de algo ameno o incluso divertido.
No tiene porqué tratarse de uno de los enigmas más profundos de la historia de la humanidad.
Proporciona satisfacción dar respuesta por uno mismo a cualquier pregunta, por pequeña que sea. Por ejemplo: «¿De qué raza será ese perro tan bonito de la vecina?»
2. Preguntar
Un atajo a lo anterior, pero bastante útil.
Hay personas que temen parecer ignorantes y les da vergüenza preguntar, con lo que se privan de hacerlo; se quedan sin información y con una duda de duración indeterminada.
Nada de eso. Pregunta… «¿Esto qué es?» Que te dé igual lo que piensen… «¿Para qué sirve?» Y no temas ser pesado… «¿Dónde lo venden?»
Ya te dirán que basta de preguntas por hoy.
3. Leer
El que lee cada día, aprende. Hay multitud de palabras escritas cerca y nosotros sólo tenemos que elegir qué descifrar con nuestros ojos.
Es más fácil que alguien te lo cuente que leerlo por ti mismo, pero no compensa hacerlo siempre así. Asentarse en la comodidad hace que vayas perdiendo agilidad para procesar la información.
Por ejemplo, te compras un aparato electrónico y tienes delante el manual de instrucciones. Pero prefieres que tu hermano, que tiene uno igual, te explique cómo funciona.
¿Es más rápido? Pues sí, pero hacerlo por ti mismo te da ventajas adicionales y no tiene porqué ser un tostón.
4. Ir más despacio
Cumplir con la rutina de manera rápida y mecánica puede privarnos de descubrir pequeñas cosas.
Pasarán desapercibidos detalles que quizás nos sean de utilidad, como por ejemplo, esa panadería tan moderna que han abierto cerca de casa.
5. Reflexionar o meditar
Todas las respuestas no están ahí afuera o en Internet. Algunas de ellas se hallan simplemente dentro de nosotros.
Supongo que estarás de acuerdo en que conocerse a sí mismo es uno de los aprendizajes más útiles y valiosos de todos los posibles.
Una manera de aprender es la simple introspección (mirar hacia dentro).
Para lograrla, puedes pararte a reflexionar, hacer meditación trascendental, escribir tus sentimientos en un diario o emplear aquella estrategia que se te ocurra para explorar qué hay en tu cabecita.
6. Aprovechar los sentidos
Mirar, tocar, oler, escuchar, saborear…
Los sentidos fueron nuestra manera de aproximarnos al mundo cuando éramos niños. Y, de adultos, continúan proporcionándonos información de todo cuanto nos rodea.
Aún quedan muchas sensaciones que experimentar, de las que, a buen seguro, extraeremos valiosas conclusiones.
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Como vemos, aprender no es sólo una cuestión de esfuerzo.
Cuesta más trabajo no aprender nada que aprender algo, dada la cantidad de información que nos rodea y los diversos medios disponibles para explorarla.
Lo que sí podemos hacer es sacarle partido a esos pequeños descubrimientos cotidianos, alegrándonos por ellos e ilusionándonos por los que vendrán.
Comentarios
2 respuestas a «Cómo aprendemos a diario»
PReguntar , preguntar, es algo que le cuestra mucho a trabajo a algunas personas, pues tienen miedo de quedar en ridiculo, sin darse cuenta de que quedan peor al no hacerlo y hacerse "los que todo lo saben"
Uy! Y no es sólo que queden mal; es que además se quedan con la duda, con lo que ya tienen doble perjuicio. Por eso, animemos a todo el mundo a reconocer su ignorancia (en algún aspecto). Es el primer paso para superarla, ¿verdad? 😉