Hoy hablamos de un obstáculo que se interpone entre la persona y su felicidad: la apatía.
En esta entrada vas a saber en qué consiste la apatía. Y, si te ha atrapado en sus redes, aquí también tienes propuestas para salir de esa crisis.
Apatía es desgana, pasividad, desmotivación, indiferencia hacia algo o alguien en particular o hacia todo en general.
Es posible experimentarla en un día aislado, en una corta etapa o en un largo período de la vida.
Muchas veces se llega a este estado después de estar un tiempo luchando sin éxito por superar una situación difícil. Sin más, se bajan los brazos…
Síntomas de apatía
Frecuentemente, este estado de ánimo se ve acompañado de síntomas como estos:
- Cansancio: Este cansancio puede deberse a malos hábitos de sueño o alimentación, al padecimiento de una enfermedad, a problemas que tardan en resolverse, a expectativas fallidas. Y también puede ser ocasionado por una mezcla de lo anterior.
- Aburrimiento: El tiempo pasa y no te apetece llenarlo con nada gratificante.
- Tristeza: Se convierte en frecuente compañera de la apatía.
- Instalación en la rutina: los días suelen parecerse demasiado unos a otros.
- Escasez de vida social y afectiva. Falta de interés en compartir actividades con los demás.
Aunque lo que más salta a la vista es la falta de implicación, de pasión, de hacerle frente a una situación o a la vida en general.
Superar la apatía
Por mucho que uno sea consciente de que ha de movilizarse, queda atrapado en una especie de telaraña que se lo impide.
La apatía es un trastorno del ánimo que deja a la persona sin energía, sin ganas de moverse.
Superar la apatía dependerá de qué tan profunda sea esta. No es lo mismo enfrentarse a una apatía «breve» o que se limita a un aspecto concreto de la vida, que dejar atrás una larga y generalizada apatía. La segunda a menudo se liga a la depresión y eso son palabras mayores.
Si la apatía es ocasional o se ciñe a un aspecto concreto de la vida, uno puede aprovechar esos «destellos puntuales» que le impulsan a salir de ahí.
No es lo más frecuente que se caiga en la apatía de un día para otro. Suele llegarse después de un camino de desilusión y hay que recorrerlo a la inversa, aunque sea despacio.
Es muy eficaz proponerse decir adiós al pesimismo y aprender a pensar en positivo, cosa que se consigue progresivamente, pasito a paso.
Los pequeños gestos para salir de la rutina son importantes:
- comenzar a practicar un hobby,
- hacer hoy algo distinto a lo acostumbrado,
- concentrarse en los pequeños y placenteros detalles cotidianos para saborearlos…
Y no olvidemos el poder de las metas, de los objetivos (por insignificantes que sean).
10 Propuestas prácticas para salir de la apatía
1. Míralo como un problema temporal
La apatía es un estado temporal. En estos días te sientes desganado, desmotivado o aburrido. Pero eso no tiene por qué ser así para siempre y, mucho menos, te define como persona.
2. Busca las causas
Puede que no encuentres las raíces de tu apatía, pero no está de más pensar sobre ello por si das con un punto que te sirva para arrancar.
- ¿Fue un fracaso, una decepción?
- ¿Sientes impotencia para enfrentarte a algún asunto importante?
- ¿Los objetivos en los que trabajas ahora son más importantes para los demás que para ti?
- ¿El pesimismo te ha hecho mella y lo ves todo negro?
3. Reconoce tu poder para actuar
Si das con el que ha podido ser el desencadenante de tu apatía, plantéate qué puedes hacer al respecto.
Desgrana el problema y apunta las soluciones que se te ocurran para aliviarlo o resolverlo.
(Sí, es preferible que lo hagas por escrito para aclarar ideas.)
Este ejercicio te servirá para que recuerdes que tienes cierto control sobre lo que pasa en tu vida, cosa que ayuda a que la apatía comience a resquebrajarse.
4. Haz pequeñas cosas incómodas
En plena apatía no te apetece mucho movimiento y, menos aun, la novedad. Pero es conveniente que desafíes a esta tirana. Una manera de hacerlo es creando pequeñas “molestias” en tu rutina diaria.
Por ejemplo:
- Da un paseo a media mañana (si puedes y no tienes la costumbre).
- Queda con un amigo para tomar un café.
- Elige otro itinerario en lugar del mismo recorrido de siempre…
En definitiva, salte un poco de la monotonía.
5. Elige lo bueno
Otra medida asequible es tomar distancia de lo que alimente tu apatía (como la televisión o ciertas personas) y rodearte de más influencias positivas.
Quédate con lo bueno del entorno:
- Si notas que en un lugar estás un poquito más a gusto, ve más a ese lugar.
- ¿Hay una música que te aligera el ánimo? Póntela.
- Si hay una persona con la que te sientes más inspirado para sacar lo mejor de ti, habla más con ella.
6. Repasa tus éxitos
Recuerda esos logros personales o profesionales que te hicieron vibrar de la alegría. Haz una lista a tu gusto con ellos (pequeños, grandes, pocos, muchos… como quieras).
Al lado de cada “éxito” escribe qué propició que te sintieras así de contento.
Por ejemplo: Esa vez que aprobaste un examen difícil. Quizás pongas al lado que fue por tu esfuerzo, por tu constancia o por tu talento con los números.
O aquella vez que salvaste a un perrito en la calle. Quizás escribas que te sentiste bien porque pudiste brindar tu ayuda, porque fue útil o porque el animal tuvo otra oportunidad gracias a ti.
De lo que se trata es de que conectes tus “éxitos” con tus valores y con los sentimientos relacionados con esas situaciones.
7. Observa tu realidad
Volviendo al presente, observa qué objetivos o situaciones de las que vives se alinean más con tus valores y podrían fomentar esos mismos sentimientos “alegres”.
Busca en tus relaciones, en tu trabajo, en otras actividades que realices… Entre todo eso, ¿hay algo que pueda despertar más fácilmente un poco de entusiasmo?
O, al menos, ¿hay una actividad o aspecto que pueda aminorar tu apatía, si le prestas un poquito más de tiempo o atención?
8. Quédate con una cosa
Basándote en la reflexión anterior, podrías hacer una lista de ideas y de intereses. Claro, lo de “intereses” es un decir, porque cuando estás apático no sientes gran interés…
Pero para eso has hecho antes la lista de tus “éxitos”: para saber qué valores te mueven y qué cosas de las que hoy haces (o podrías hacer) conectan mejor con lo que despertó tu entusiasmo en el pasado.
Ahora, elige.
Quédate con un objetivo o actividad de la lista, con lo que mejor conecte con tus valores. Y, si no estás muy convencido (cosa muy natural), elige el que gustes para trabajarlo durante un tiempecito.
9. Ve paso a paso
A uno no le sobra la energía cuando está apático. Es difícil arrancar a toda máquina con un proyecto, objetivo o actividad. Y más todavía si no estás seguro de si has elegido bien y vas a seguir con lo mismo en el futuro.
¿Una solución? Dividir el objetivo en pasos muy pequeños y, si se presta, incrementar la dificultad lentamente.
Por ejemplo: Hacer ejercicio o llevar una vida más activa.
Puedes empezar los primeros días por dar un paseo. Luego, vas alargando su duración. Después, caminas más deprisa. Tiempo más tarde, añades unos minutos de otra actividad física. Etc.
Otro: Relacionarte más con los amigos.
Un día hablas con Fulanito. Otro, compartes una actividad con Menganito. El fin de semana siguiente, sales a una pequeña reunión. Etc.
10. Cultiva hábitos
Para salir de la apatía has de hacer cambios y pasar por pequeñas situaciones incómodas. Sí, justo lo que no te apetece.
Pero, dentro de esa incomodidad, hay maneras de hacerte el cambio más fácil y una de ellas es crear hábitos. Esto es, hacerle un hueco a esa actividad y practicarla un día… y otro… y otro.
Por eso es importante empezar por pequeñas acciones cuando el objetivo se preste a ello. Acciones pequeñas. Tan pequeñas, que puedas ejecutarlas sin agonizar en el empeño. Y, una vez que están asentadas en tu rutina, subir en dificultad.
Mucha gente falla en esto de los hábitos porque se exigen mucho de entrada, porque se desesperan al no ver resultados rápidos o porque, cuando dejan de practicar un par de días, creen que han fracasado.
Entiende cómo se forman los hábitos y tendrás en tus manos una de las mejores herramientas para superar la apatía.
Verás que, conforme vas avanzando, te sientes mejor, aunque solo sea porque te estás probando a ti mismo que eres constante con la decisión que has tomado.
Y, tanto mejor, cuando observas que progresas en una actividad que se alinea con tus valores, aptitudes e intereses.
Conclusión: Si te hallas en plena apatía y quieres salir de ahí, explora soluciones, ve despacio, construye hábitos, busca apoyos…
No es conveniente ignorar estos períodos, porque pueden llevarte cuesta abajo hasta la depresión. O, sin llegar a ese extremo, quizás estén indicando que estás extenuado o que te hallas trabajando por metas que poco tienen que ver con tus verdaderos intereses.
Aunque no te apetezca, ¡actúa! 😉