Porqué creer en augurios de buena suerte

Este post está dedicado a todos los que, como yo, no creen en supersticiones relacionadas con la mala suerte, pero no son tan escépticos cuando se trata de buenos augurios.

Creer en la buena suerte es mucho más agradable.

Hace años, cuando se rompía algún espejo o mi madre me regañaba por abrir un paraguas antes de salir de casa, me afectaba un poco.

Pero, conforme veía que la desgracia no se cernía sobre mí a consecuencia de esos pequeños accidentes, las supersticiones dejaron de asustarme.

Es más, cuando veía una escalera en la calle, pasaba por debajo; saludaba a los gatos negros que se me cruzaban y, en general, ponía a prueba todo aquello que me decían que traía mala suerte.

Así, poco a poco, fui dejando de creer en los malos augurios.

Las cosas «malas» que me ocurrían solían tener su explicación lógica y no eran anunciadas, necesariamente, por espejos, gatos, escaleras o símbolos esotéricos, en general.

tréboles de 4 hojas

Pero ahora viene «la trampa». Efectivamente, dejé de creer en supersticiones relacionadas con calamidades, pero no en algunas de las que anunciaban la buena suerte.

Sí, sé que tienen la misma base las unas que las otras (el pensamiento mágico).

Pero, mientras que las supersticiones de mala suerte me asustaban y me inhibían, las supersticiones de buena suerte me hacían sentir bien. ¿Con qué crees que iba a quedarme?

Es trampa, lo sé. Las supersticiones y otras creencias sirven para desvelar eso que nos hace sentir tan perdidos: el futuro, la incertidumbre.

A los seres humanos, en general, nos gusta tener pistas, estar preparados para el devenir. Y, algunas veces, nos engañamos pensando que una antigua tradición (como la rotura de un espejo) nos está avisando de lo que se nos viene encima.

Es un engaño. Yo he roto más platos y espejos que años tengo, y todavía continúan pasándome cosas buenas. Espera, que toco madera, por si acaso… 😉

Pero, a la hora de engañarse, cada uno elige con qué hacerlo. Y yo elijo las supersticiones que quiero; las de la buena suerte.

¿Por qué? Porque me predisponen a que algo bueno ocurra.

Antes no sabía muy bien cómo explicarlo, pero hoy, que sé que lo mismo les pasa a otras personas, puedo hacerlo. Hay una sola palabra que lo explica:

Autoconfianza, eso es. La excusa por la que vale creer en los buenos augurios es ésa.

Cuando te ilusionas viendo venir la buena suerte, sientes confianza; estás motivado, contento; eres más productivo…

¿Cómo no te va a sonreír la fortuna? Es probable que lo haga. Pero no por la superstición, sino por la actitud positiva que adoptas.

Por cierto, esto está muy en línea con los cuatro principios bajo los que suele moverse la gente afortunada, según Richard Wiseman.

No deja de ser una cuestión de actitud positiva y, si una pequeñita superstición me puede ayudar a generarla, ¿por qué no dejarme aupar por ella?

Digo, es mi caso. Te lo cuento sólo por si te sirve; no para que te vuelvas supersticioso. 😀

Imagen de Adriana Cecchi


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