La soledad deseada es un espacio de introspección, de calma, de descanso: un enorme placer para muchas personas. Todo lo contrario de lo que supone la soledad no deseada para quien la padece.
Decimos que la soledad es no deseada cuando alguien quiere conectar de manera profunda, íntima con otras personas y, por alguna razón, no puede. Algo que es llamativo en la sociedad actual, con tantos recursos tecnológicos que acortan distancias entre los seres humanos.
Pese a eso, la soledad «indeseable» afecta cada vez a más personas, produciendo daño a su salud (física y mental) y deteriorando con ello su calidad de vida.
Para ayudar a la gente a salir de esa cárcel, los psicólogos diseñan intervenciones en las que suelen incluir estrategias como estas cuatro. (Siempre ajustándose, claro está, a las necesidades específicas de cada uno).
Estrategias para ayudar a quien se siente solo
1. Mejorar las habilidades sociales, (necesarias para crear y mantener relaciones personales).
Tiene lugar un entrenamiento en el que la persona aprende a desenvolverse de manera más efectiva en situaciones sociales, tales como: hablar por teléfono, dar y recibir cumplidos, sacar temas de conversación, etc.
2. Buscar cauces de apoyo social.
Hay un gran número de personas que viven en soledad al haber sido empujadas ahí por las circunstancias. Por ejemplo, ancianos o niños que no cuentan con apoyo familiar.
3. Aumentar las oportunidades para relacionarse.
¿Lo que necesita la persona son ocasiones o lugares para encontrarse con gente? Pues, en este caso, los profesionales se concentran en crear o acercar dichas oportunidades.
4. Cambiar el pensamiento no adaptativo.
Según las investigaciones sobre el tema, cuando la soledad se cronifica la persona aumenta su propensión a pensar «lo peor» en sus interacciones con otros. Se vuelve más temerosa y desconfiada, percibiendo rechazo u hostilidad incluso en situaciones en las que no existen esas intenciones.
Además, suele prestar más atención al feedback negativo (como las malas críticas, por ejemplo) y también recuerda más detalles negativos que positivos de sus encuentros con otros.
Esto hace que la persona vaya entrando en una espiral interminable. Espera «lo peor» en sus futuras interacciones con otras personas; recibe «lo peor»… y vuelta a empezar.
El profesional interviene ayudándole a identificar esos patrones de pensamiento negativo y a analizar las situaciones sociales desde distintas perspectivas.
Con esto, la persona va practicando. Cuestiona sus creencias negativas. Se pone en el lugar de otros e interpreta las interacciones sociales sin darle todo el peso a «lo peor».
Sigue la práctica…
Así llega el día en el que, al fin, sale de la espiral de pensamientos negativos. Siente más confianza en sí misma y trata de ver el lado positivo de los demás y de cada situación.
Esta última estrategia: Cambiar el pensamiento no adaptativo, es la más efectiva en las intervenciones para reducir la soledad, según han comprobado.
Sobre todo, funciona en situaciones de soledad persistente, mantenida en el tiempo, donde no puede decirse que la persona carezca de habilidades sociales, que sea víctima de sus circunstancias o que le falten oportunidades para relacionarse.
Para curar ese tipo de soledad se recomienda, en primer lugar, romper esa espiral de pensamientos negativos que tiene atrapada a la persona.
Fuente: The Cure for Loneliness, de Heidi Grant Halvorson, Ph.D.
Imagen de Cia de Foto
Comentarios
Una respuesta a «4 Estrategias para curar la soledad»