A ti, a mí, a todos nos ocurren cosas que no nos gustan. Hoy mismo, seguramente, nos encontraremos algún momento poco apetecible.
¿Cómo te las arreglas tú para salir rápido de esas situaciones? ¿Cómo le das la vuelta a una mala situación cualquiera?
Quienes saben de estas cosas, nos recomiendan salir lo antes posible del fastidio y pasar a la acción. Pero ya habrás visto que eso es más fácil decirlo que hacerlo.
Te sientes mal cuando cometes un error inoportuno, por ejemplo. Estás molesto cuando te hacen un mal comentario que no viene a cuento. Te enfadas cuando la cafetera se estropea justo por la mañana, cuando vas a desayunar.
Eso por no hablar de cosas peores, mucho peores, que rápidamente disparan tu estrés hasta el techo.
Lo que se te ocurre pensar cuando estás tan contrariado es justo lo que menos va a ayudarte a salir de ahí: ¿Por qué hoy? ¿Por qué a mí? ¿Cómo soy tan imbécil?
Cambia las preguntas
Del malestar nacen interrogantes como ésos. Y, al tratar de responderlos, te sientes más molesto, más estresado, más estancado en esa situación desagradable.
Una manera de darle la vuelta podría ser dejar de pensar en automático. Frenar y cambiar las preguntas, para que el cerebro se enfoque en encontrar respuestas que sirvan para salir de ahí.
Aunque, a priori, te cueste encontrar el lado bueno de una situación, sólo dando ese giro disminuye tu estrés y aumenta tu disposición para salir de ahí.
Y si lo que ha ocurrido requiere de alguna acción por tu parte, antes se te va a ocurrir qué hacer y antes vas a estar en condiciones de dar el primer paso.
Esa técnica tan simple funciona para afrontar cualquier inconveniente, pequeño o grande. ¿A que te ha sido útil alguna vez?
Por mi parte, sí. De hecho, hoy me hallo aplicándolo. 😉