Para dejar de fumar, ten paciencia

Vivimos en tiempos en los que prima la inmediatez. Valoramos todo aquello que cumple con dos requisitos: Que sea rápido y que sea fácil.

Esto es ideal, por ejemplo, a la hora de comunicarnos. Escribimos un mensaje y, a golpe de tecla, alcanza a su destinatario en cuestión de instantes.

Nos hemos acostumbrado a lo rápido. Pero hay objetivos vitales que llevan su tiempo. Y tú bien sabes que uno de ellos es éste: Liberarte de tu adicción a la nicotina.

Ojalá fuese tan fácil dejar un hábito de años como lo es pulsar un botón y enviar el mensaje al cerebro: “Ya está. Jamás tendré la necesidad de probar un sólo cigarrillo.”

Algunos desean tanto que sea así de simple, que no están dispuestos a soportar la más leve incomodidad, ni a la hora de dejar de fumar, ni a la de perder algunos kilitos, ni a la de conquistar cualquier otro objetivo.

Se frustran al comprobar que, para conseguir lo que quieren, precisan de un ingrediente que hace tiempo que han olvidado: la paciencia.

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¿Paciencia? ¿Qué es eso?

La paciencia es una gran virtud que todos podemos desarrollar y aprender a usarla, especialmente en casos como éste.

Nadie nace con paciencia incorporada. Es una de esas cosas que se adquieren con el tiempo.

Teniendo en cuenta este objetivo de dejar de fumar, podemos describirla como la capacidad de:

  • Esperar sin permitir que se apoderen de ti la ansiedad, la tensión o la frustración.
  • Resistir la necesidad imperiosa de una satisfacción inmediata.
  • Valorar el compromiso que has hecho contigo mismo.
  • Mantener la calma, mientras resuelves la situación presente que demanda tu atención.
  • Reafirmarte en tu decisión de no fumar, especialmente en esos minutos donde las ganas de fumar se hacen más intensas.
  • Aceptar las variadas reacciones del entorno, sin permitir que afecten a tu determinación.
  • Ser consciente de que atraviesas un proceso, un cambio gradual, y que es necesario para aprender a vivir de otra manera.
  • Descubrir que, paso a paso, estás construyendo un futuro distinto. Algo que es más estable y duradero que apretar un interruptor que haga que desaparezcan automáticamente las ganas de fumar.

En contraposición, también podemos describir la actitud de una persona impaciente. Ésta es la que…

  • Malgasta sus energías desesperándose por lo lentamente que están pasando los días; por mirar hacia adelante dando por hecho que la tortura va a continuar, que los malos ratos van a seguir indefinidamente.
  • Ignora o minimiza la importancia de todas las tentaciones que lleva vencidas hasta el momento.
  • Pierde de vista el instante que está aconteciendo y piensa en lo que aún no ha logrado, en todo lo que le falta por andar.
  • Se vuelve pesimista, como aquél que ve la botella medio vacía, en lugar de elegir verla medio llena.
  • Pierde la motivación de seguir intentándolo; pierde la esperanza. Y gana en preocupación, en culpa, en miedo, etc., con lo que el recorrido se torna una odisea.

¿Cómo tú puedes evitar caer ahí, en la trampa de la impaciencia?

  • Vive un día cada vez. Ve paso a paso, una tentación vencida tras otra.
  • Considera cada día como un regalo, una oportunidad que te da la vida para estar cada vez más cerca de lograr tu objetivo: Liberarte del tabaco.
  • Ten presentes todo el tiempo tus razones para dejar de fumar. Ellas te darán la fuerza.
  • Recuerda que el éxito, la mayoría de las veces, no se consigue de la noche a la mañana. Las cosas buenas llevan su tiempo.
  • Y no te rindas.

Para dejar de fumar no necesitas partir con un extraordinario nivel de paciencia, de fuerza de voluntad o de actitud positiva. Aunque tengas lo justito para empezar, puedes ir adquiriendo lo que te falte conforme vas progresando.

Lo que sí necesitas es estar determinado a cambiar de vida y ponerle fecha a ese cambio. Decídete y ponte en marcha.


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