Tienes una tarea entre manos, cuando irrumpe una de tus debilidades. Una distracción con poder hipnótico, amenaza con secuestrarte.
¿Cómo puedes resistirte a algo tan bueno, que te salvará del tedio que vives ahora mismo?
Imagina la escena.
La distracción, al rescate
Estás aburrido o pasándolas canutas con una tarea. O, simplemente, estás acostumbrado a sucumbir al poder hipnótico de What’s App, de Facebook o de otra distracción que te encante.
Lo que ves en ese momento es la posibilidad de interrumpir el mal rato sumergiéndote en la tentación agradable. Y, sí, a todos nos ha pasado.
Como nos ha pasado vernos después con las consecuencias: el buen rato termina y la tarea que tenías entre manos se hace más pesada, porque no la terminaste.
Esto te lleva a tomar una decisión:
– La próxima vez me resistiré.
Decides acabar la faena o dejarla avanzada antes de sumergirte en la distracción. Pero no es fácil. La tentación tiene tanto poder, que sientes que los dedos se te mueven solos hasta ella.
¿Resistirte es imposible? Nada de eso.
Conste que me estoy quedando con las distracciones “electrónicas”. Es tan rápido acceder a ellas que, antes de darte cuenta, estás metido hasta las cejas.
¿Cómo puedes resistirte al poder hipnótico de la distracción que te secuestra?
Una opción moderna es acudir a una app. La instalas y te bloquea los sitios de internet que indiques, de la manera que prefieras.
No te recomiendo ninguna en particular. Porque, al tiempo que escribo esto, seguro que salen nuevas. Hay un montón donde elegir.
Las apps o cualquier otra barrera que supla tus fuerzas para resistirte, cuando sientes que la distracción es superior a ti, son una ayuda. Puedes aprovecharla.
Una opción menos tecnológica es hacer la tarea con alguien muy diligente. O que te va a llamar la atención, si te ve jugueteando o metido en quién sabe qué rincones interneteros.
Pon a funcionar tu creatividad para decidir qué ayuda EXTERNA podría funcionarte, si no puedes controlarte de ninguna manera.
Pero yo pondría el foco más en lo INTERNO: en ti y en tu entrenamiento para manejar estas situaciones.
Aguanta 30 minutos sin caer
Las ayudas externas son efectivas. Pero solo te sirven para una misión en particular. Y dependes de que estén disponibles.
Úsalas, si quieres. Pero, yo de ti, aprovecharía la situación para ejercitar el autocontrol.
¿La gente no hace abdominales u otros ejercicios para fortalecer otras partes del cuerpo? Pues esto es igual.
En el instante en el que veas que se te va el dedo hacia la distracción, decide intercalar un lapso de tiempo.
¿Treinta minutos? Los que sean. Resiste y no caigas automáticamente ante el influjo hipnótico de la distracción.
No cedas. Aguanta ahí, aunque no estés muy centrado en la tarea.
Sí, vas a sentirte incómodo. Pero va a pasar. La tentación se irá haciendo más manejable. Conforme pasen los minutos, quizás puedas reconducirte a la tarea y terminarla.
Tal vez no te salga bien al primer intento. Pero así pasa también en otros entrenamientos físicos, ¿no?
Pruébalo. Pon un poco de tiempo en medio la próxima vez.
Date permiso para distraerte a placer una vez termines, que así es más fácil.
Hazlo como quieras. Pero frena el dedo. Porque esa es la manera de ir teniendo cada vez más control.
Y esta ayuda no te abandona. Siempre estará disponible, para esta tarea y para otras misiones en la que quieras emplearla.
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Imagen de Robert Cheaib en Pixabay.