¿En qué momentos del día sientes una felicidad profunda? ¿Cómo puedes aprovechar y promover más momentos así?
Eso vemos en esta entrada.
La felicidad de los días corrientes
Dejemos a un lado los grandes eventos para explorar lo cotidiano. Fijémonos en los días “normales”, esos en los que te levantas para atender cualesquiera que sean tus quehaceres habituales.
En uno de esos días hay oportunidades variadas para experimentar felicidad.
Y, si bien tú y yo diferimos en nuestros respectivos conceptos de felicidad y en los momentos en los que la sentimos, podemos compartir la idea de que hay distintos grados de felicidad.
Seguro que coincidimos más en la felicidad que conectamos al placer, a la emoción agradable del momento.
Hay cosas que nos gustan a (casi) todos:
- El relax de estar cómodamente tumbado, a punto de dormirte.
- Una canción pegajosa, con la que no puedes contener llevar el ritmo con el cuerpo.
- Una comida que te sabe a gloria.
- Un mensaje muy divertido que llega a tu teléfono.
Son momentos que desestresan, que invitan al buen humor. No sé en tu caso, pero yo los aprecio un montón. Me dan energía. Me motivan para continuar con lo siguiente que venga.
Por otra parte, surgen oportunidades para vivir momentos de felicidad más profunda, que van más allá de la mera emoción. Estos tocan los sentimientos.
En este tipo de momentos vamos a diferir más, porque se conectan con nuestros valores, intereses o prioridades. Y, claro, cada quien tiene los suyos.
- El relax de una persona que amas, a quien contemplas cuando descansa feliz a tu lado.
- Una canción que describe lo que sientes y reconforta tu espíritu.
- Una comida que han hecho para ti, con el propósito de verte contento.
- Una conversación en la que te sientes verdaderamente escuchado.
Sucesos así pueden ocurrir casualmente o puedes procurarlos tú mismo.
Al margen de cuáles sean para ti, se diferencian del placer del momento. Están a otro nivel, uno más profundo.
¿Cómo sentir más momentos de felicidad profunda?
Sin desdeñar los momentos agradables y placenteros, ¿te gustaría sentir también la felicidad que te invade el corazón?
Vayan estas 3 propuestas.
1. Conócete
Tú y yo tenemos una historia diferente, experiencias diferentes, gustos diferentes, capacidades diferentes.
Aunque recibamos una fuerte influencia de quienes nos rodean, nos sentimos movidos hacia asuntos que pueden coincidir o no con los de los demás.
En tu caso:
- ¿Cómo eres? ¿En qué te asemejas a los demás? ¿En qué te distingues?
- ¿Qué es lo que más te importa?
- ¿Qué intereses compartes con la gente que te rodea?
Conocerte a ti mismo, siquiera medianamente bien, es una ventaja enorme.
Hay cantidad de personas que no se conocen a sí mismas. Ni se lo plantean. Se dejan llevar. Se conforman con la felicidad del momento, con las ocasiones más rápidas, fáciles y cómodas que les brinden placer.
Se entiende. La introspección es trabajosa. Y, si ya son felices comiendo a gusto o rascándose la barriga, para qué van a buscar más.
No echan de menos la felicidad profunda, porque no la conocen.
Pero, si tú sí has experimentado felicidad que va más allá del placer del momento y quieres ahondar en ella, vas a tener más éxito cuanto mejor te conozcas a ti mismo.
2. Sé más consciente
- ¿De qué sirve que la persona que quieres se relaje felizmente a tu lado, si tú no la miras?
- ¿Cómo va a reconfortarte una canción, si suena y no la escuchas?
- ¿Cómo aprecias que alguien ha hecho de comer para ti, si no prestas atención al mensaje implícito en el gesto de esta persona?
- ¿Cómo vas a sentirte escuchado, si no hablas o no paras de hablar o, más que en conversaciones, sueles participar en monólogos para dos?
Hay momentos felices que se escapan, porque no los ves. Y, si no los ves, no los puedes sentir.
3. Construye y promueve esos momentos de felicidad profunda
Ya que sabes lo que te importa y ya que te propones apreciar los sucesos que se relacionen con eso mismo, puedes dar el siguiente paso: crear tu propia felicidad profunda.
La felicidad superficial es muy fácil de crear. A mí me basta con dar un paseo, por ejemplo. Y tú puedes regalarte uno de tus placeres preferidos cuando quieras, sin más historia.
Pero con la felicidad profunda no funciona siempre así de fácil. Demanda un poco más de consciencia e intencionalidad. Es menos salvaje.
Dependiendo de cuáles sean tus valores y prioridades, tal vez suponga cosas como estas:
- Cuidar de tus relaciones importantes con gestos cotidianos que las refuercen.
- Aprender hoy (adrede) una cosita más sobre tu campo de experiencia o sobre lo que estés estudiando.
- Cumplir hoy con esos hábitos sanos, que están en tu rutina con la finalidad de acercarte a un objetivo (o varios) en particular.
Sí, esas cosas “aburridas” tienen que ver con la felicidad.
Puede que no siempre experimentes un momento de placer estudiando, comiendo verdura o sudando con el chándal puesto.
Pero, quizás, despierten un sentimiento de aprecio y agradecimiento hacia ti mismo que vale la pena experimentar. Está a un nivel diferente al de darse un atracón de patatas fritas, eso sí.
Tú decides. Lo de arriba solo son ejemplos.
Espero que hoy sientas felicidad, de la que tú quieras. No la aplaces. Si el día no te la sirve en bandeja, sírvetela tú. Es un deseo y una sugerencia.
Yo pienso servírmela también. A ver cómo nos las arreglamos. 🙂
Gracias por leer.