Hoy es uno de esos días en los que sientes que no avanzas y tu enemigo interno se ceba contigo, recordándote con énfasis tus errores y carencias.
De acuerdo en que la autocrítica es necesaria para identificar y arreglar lo que no está funcionando. Pero, del mismo modo, es necesario echar un vistazo a lo que sí estás haciendo bien.
Lo necesitas para tomar una dosis de confianza y de motivación. Ésas que te van a servir para seguir haciendo lo bueno que haces mejor y con más ganas.
Con esa auto-palmadita en la espalda puedes generar inspiración y energía para seguir moviéndote y afrontar, si toca hacerlo, los puntos débiles que te recuerda tu crítico interno. En esa línea van estas ideas.
1. Recuerda la finalidad de lo que haces
Pongamos que estás frente a una de esas actividades pesadas que te llevarán unas cuantas horas. En este momento, lo que ves es eso. Se te ocurrirían docenas de opciones con las que lo pasarías mejor.
Míralo de otro modo. Piensa en los beneficios de hacer lo que tienes delante. Eso que vas a hacer beneficia a alguien: a ti, a quienes están a tu lado, a otras personas, tal vez.
Es una cosa pequeña que está conectada con un bien más importante, que tú elegiste. Levanta la cabeza y mira más allá, hacia lo grande que se construye con esa pequeña pieza.
2. Observa cuánto y cómo has progresado
Si llevas un tiempo invertido en el proyecto que sea, echa la vista atrás. ¿Cómo has cambiado en el último año? ¿Y en los últimos meses?
Tal vez te parezca que deberías ir a otro ritmo y, quizás, se te ocurra la manera de agilizarlo. Pero eso no quita todo lo que has avanzado desde que comenzaste hasta aquí, traspiés incluidos.
Hacer una cosa un par de días no es muy difícil. Seguir haciéndola, una y otra vez, es otro cantar. El esfuerzo que has invertido merece tu reconocimiento.
Eso, primero. Después, si llegan resultados o reconocimientos de fuera, bienvenidos sean.
3. Haz ajustes en tu rutina, si es necesario
Échale un vistazo a cómo es un día normal y corriente. ¿Cómo está estructurado? ¿Te permite atender lo que te has propuesto hacer? Tal vez, lo que te ayude a moverte sea ordenar el día de otra manera.
Orden es elegir lo que quieres hacer y encontrarle un tiempo. Orden es quitar lo que estorba, simplificar en lo que sobra. El orden te da control, calma y espacio para solucionar lo que toque y para avanzar con fluidez.
Si estás contento con cómo te organizas, obvia este punto y quédate con los dos primeros.
Esto no te pasa sólo a ti. Muchos de nosotros, especialmente en los trayectos largos, llegamos a un punto del camino en el que pesan los errores, las carencias, las dudas, los puntos débiles.
Ése es un obstáculo más a superar. La propuesta es hallar equilibrio, teniendo también en cuenta los avances que hemos hecho y los que queremos hacer. Queda camino por delante. ¡Arriba!