Hazle sonreír

Uno de los gestos más generosos que podemos tener el día de hoy es hacer que alguien sonría.

¡Claro que sí! La generosidad no se mide sólo por lo material. Podemos darnos nosotros mismos. ¿Qué hay más valioso que eso?

Habrá quien se plantee: ¿Por qué molestarse en hacer que alguien sonría? Que lo haga si le apetece y ya está.

Eso, por descontado. Aun teniendo la intención, puede que fallemos. Pero no por eso deja de ser una buena idea intentarlo.

sonreír

En primer lugar, por eso que ya hemos dicho varias veces: la generosidad suele hacer un camino de ida y vuelta (aunque no vuelva siempre por el mismo camino por el que se fue).

Y, aunque no volviera, ¿quién nos quita la alegría y la satisfacción de haber hecho algo bueno?

Ahí está la razón más importante: nos sentimos bien haciendo que otro se sienta bien. ¿No es saludable?

Ni qué decir tiene que también es muy saludable para esa persona a la que, quizás, le hayamos ayudado a estar menos estresada. No importa que esa sensación agradable le dure unos segundos o el día entero. Habrá merecido la pena el gesto.

Pero…

¿Cómo hacer que sonría esa persona?

Ideas y ocasiones no nos van a faltar, pero apuntaremos lo clásico, que para eso está este blog:

  • Sonriéndole primero.
  • Ofreciéndole algún cumplido (sincero, por supuesto).
  • Animándole, si surge la ocasión.
  • Dándole un abrazote inesperado.
  • Teniendo un detalle con ella (punto abierto a tu creatividad).
  • Contándole algo divertido.
  • Gastándole una pequeña broma.
  • Perdonándole un préstamo. (Éste es broma, pero fijo que también sonríe.)
  • Etc.

Seguro que obtenemos bastantes sonrisas de vuelta si nos lo proponemos y, además de lo saludable que hemos mencionado, este tipo de gestos nos sirven para cuidar y estrechar nuestras relaciones.

A ver si no compensa que hoy intentemos provocar la sonrisa de alguien… 😉