Hablemos de esos momentos en los que sientes que acabas de hacer el ridículo. O, más bien, le estás pidiendo a la tierra que te trague.
Vistos a distancia son momentos divertidos. A ver si vamos agarrando tablas y conseguimos reírnos con ellos, haciendo el mal rato lo más corto posible.
Imagínate que estás bailando en un sitio público. Lo estás pasando genial. Qué felicidad… Hasta que te das cuenta de que un grupito de personas te señala y se ríe.
Le preguntas a tu amigo cuál puede ser la razón de esas risas. Y él te señala el estropicio: ¡Ah, mira! ¡La costura de tus pantalones…! Ja, ja, ja…
¡Horror!
¡ Hice el ridículo !
Ajeno a todo, estabas mostrando tus interiores a los presentes entre enérgicos contoneos. Al darte cuenta, la felicidad se tornó en lo contrario.
Otro ejemplo. Estás solo y te da por cantar una de esas canciones que te daría reparo admitir en público que te gustan. Te emocionas al llegar al estribillo. Le pones sentimiento y subes el volumen. “¡Te amoooooo…!”
De repente, ¡te pillan! Otro momento de felicidad que termina bruscamente dando paso al bochorno.
Y después, ¿qué viene?
Si acostumbras a pensar mucho en este tipo de incidentes, lo que viene es una sesión de autorreproches, de preocupaciones y demás pensamientos relacionados con lo sucedido.
Tal vez, una sesión más larga de la cuenta, si consideras que los testigos del desastre habrán pasado página, mientras tú sigues atascado en la misma.
La próxima vez que pases por un momento embarazoso, considera acortar la sesión posterior de preocupaciones y lamentos. Es una sugerencia.
Pregúntate si, después de un mes o así, vas a seguir preocupándote de este asunto. Y pregúntate también si el incidente en cuestión va a tener un impacto muy negativo en tu futuro.
Si la respuesta a ambos interrogantes es: “No creo”, quítale drama a la historia. Ya ves que, vista desde lejos, mengua.
Vayamos más lejos
Incluso aunque te dé por pensar que tu vida está arruinada después de que te pillaran en pleno despendole de cante y baile, recuerda que todos pasamos por desastres así.
La Tierra aún no se ha salido de su órbita con los ridículos que hacemos continuamente. Ni se ha tragado a nadie por ese motivo, por más que se lo hayamos pedido en esos momentos.
Asumámoslo. Nos cazarán haciendo tontada y media, como cazaremos nosotros a otros en sus momentos estelares. Y todos, todos saldremos ilesos del bochorno.
Cómo salir ileso del bochorno
Volvamos a la escena donde sientes haber hecho el ridículo de tu vida.
Ya hemos visto que no es para tanto. Pero, ¿qué puedes hacer en esos segundos o minutos delicados en los que eres el centro de atención (sin quererlo)?
Aquí tienes algunas alternativas.
1. Haz como que no ha pasado nada. Disimula.
Si no le das importancia a la situación, es probable que otros tampoco se la den o ni tan siquiera se percaten, a menos que haya algún graciosillo dispuesto a lucirse a costa de tu mal rato.
Aun así, esta es una opción de las mejores, haciendo también como que eres inmune a los comentarios del graciosillo.
2. Actúa con naturalidad.
Claro, con la naturalidad que te permita tu nerviosismo. Equivocarse es humano, pero a nadie le apetece hacerlo.
En este caso optas por no disimular el error. Y, si alguien se ríe, lo miras con una tranquila expresión en la mirada: «¿Y tú de qué vas?»
3. Ríete de ti mismo.
Esta alternativa es para personas que tengan la autoestima sana y la costumbre de no dramatizar en exceso con las propias equivocaciones.
Si tú eres el primero que se ríe, ningún graciosillo tiene la oportunidad de sacar tajada y dejarte en evidencia.
[Relacionado: Cómo reírte de aquella vez que metiste la pata en público.]
4. Bátete en retirada.
O sea, sal pitando del sitio. Dependiendo de lo catastrófico que haya sido tu error, opta por abandonar el recinto, el vecindario, la provincia… o incluso el país.
Esta opción tiene muchos inconvenientes. Porque, si cada vez que te equivocas y te parece que quedas mal en público, dejas de hacer o dejas de ir a algún sitio, acabarás naufragando en la soledad y la inactividad total.
Mejor que no lo compruebes.
¿Qué piensas tú?
- ¿Cuando te dices: «hice el ridículo» tiene que ver con lo que has hecho mal o con el miedo a lo que piensen los demás?
- ¿Cómo te desenvuelves en esos momentos?
Aquí tienes ideas para vencer el miedo este: Miedo a hacer el ridículo. ¿Cómo superarlo?
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