¿Te planteas objetivos difíciles? ¡Bien por ti!
Ahora, ¿eres de los que dividen su objetivo en pasos asequibles o de los que prefieren ponerse listones altos para ganar en confianza cuando los superas?
Un ejemplo sencillito: Quieres leer diez libros.
Asequible, según tus circunstancias actuales, podría ser leerte un capítulo por día. Es lo que calculas que puedes hacer consistentemente.
Listón alto, por ejemplo, sería que te propusieras leer dos libros por semana, cuando tú no estás acostumbrado a ese ritmo de lectura y tienes chorrocientas cosas más de las que ocuparte.
El listón alto parece motivador…
Anunciar tu reto en público es emocionante: “¡Voy a leer dos libros por semana!”
La gente dice: “Ooooohhhh…” Y tú sientes poderío, confianza y una total determinación para lograrlo.
También, un poco de presión, porque te van a estar preguntando cómo lo llevas.
Si no te gusta el ejemplo de la lectura, imagina otro listón alto: Perder 5 kilos por semana. ¡Horror! Éste, además, es peligroso.
(Por favor, no le hagas trastadas a tu cuerpo. Consulta con un médico antes de tomar una decisión así.)
Parece motivador… pero no es motivador
Un listón demasiado alto no es motivador, por varias razones:
1. Abruma
Cuando piensas en esos 5 kilos que quieres perder, inevitablemente, acude a tu cabeza todo el proceso; toooodo lo que tienes que padecer para conseguirlo: llanto, sudor, lágrimas… ¡hambre!
Ya son ganas de ponerte las cosas difíciles.
¡Por supuesto que puedes saltar el listón! Pero sería más sencillo que dividieras el objetivo en acciones asequibles y concretas… y que te concentraras en ellas.
2. Pierdes enfoque
¿Para qué tienes los cinco kilos (libras o libros) en la cabeza?
De lo único que tienes que ocuparte HOY es de realizar elecciones adecuadas a la hora de comer y de hacer unos minutos de ejercicio. Ya está.
Está bien que pienses en tu gran meta. Eso sí, céntrate en lo que toca hacer hoy. Y mañana, en lo de mañana.
3. La probabilidad de abandonar es más alta
En todo objetivo difícil es habitual que haya pasos atrás, caídas, despistes, etc. El progreso rara vez es lineal.
Mientras van saliendo las cosas como quieres, sí, estás motivado. Es al surgir los obstáculos y al perder batallas, cuando comienzas a dudar de que puedas conseguirlo. Pierdes esa confianza inicial.
¿Qué pasa con tu listón de los 5 kilos?
Que, cuando te pesas esa semana y, en lugar de perder, ves que has ganado peso, te dan ganas de mandarlo todo a la porra. Si no a la primera, a la siguiente semana que la báscula muestre un número decepcionante.
Por el contrario, cuando divides y te concentras en metas y acciones asequibles, tu confianza va en aumento.
Sí, la báscula dice que esta semana has ganado peso. Pero tú sigues animado. Porque perdiste el primer kilo; perdiste el segundo… No importa que el tercero se resista un poco más. Ya has visto que es posible y que lo puedes hacer. Mañana vuelves al buen camino.
Por supuesto, hay personas que saltan el listón de golpe… Además, funciona para ellas el reto de ponerse el listón lo más arriba posible.
Si tú has probado a hacerlo así y ves que no resulta, inténtalo de otra manera: subiendo el listón poco a poco.
Divide el objetivo grande en objetivos pequeños. Desmenuza las acciones; conviértelas en pasos asequibles para ti. Da uno tras otro cada día, consistentemente. Y asómbrate de lo lejos que puedes llegar.
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