Hoy hablamos de la Técnica Pomodoro fijándonos en sus inconvenientes.
La describiré en un tris. Te diré para qué la uso yo. Y, desde ahí, entraremos a saco con lo feo que tiene.
La Técnica Pomodoro (mejor explicado en el enlace) consiste en dividir la faena en porciones de 25 minutos de sprint y 5 minutos, en los que tomas fuerzas para el siguiente sprint.
Tras varios “pomodoros”, haces un descanso más largo. Y, si te queda faena, sigues con otra sesión.
Esas son sus ventajas principales.
¿A que es maravilloso avanzar rápido, terminar pronto y hacerlo fresco, como una rosa?
Cuando te las ves con un engorro, es una propuesta irresistible.
Por ejemplo, la limpieza.
Y, quien dice “limpieza”, dice cualquier otro trabajo doméstico. Agrupas unas cuantas tareas para el día elegido. Y las despachas en pomodoros, una tras otra.
Otro ejemplo, ordenar el trastero. Dios mío, lo que tienes ahí metido…
Quien dice “trastero”, dice “misión eternizable, que es un embudo de tiempo”. Programas un par de pomodoros para el finde… ¡y hala! Vas avanzando en eso.
Otro ejemplo, escribir una entrada simple para el blog.
Tienes 30 minutos, querida. Explica en ellos los sufrimientos frecuentes que conoces sobre esta técnica.
Ya sé lo que suelo tardar en la tarea. Estoy acostumbrada a ella. Y solo tengo que dejar que lo que tengo en la cabeza salga por mis dedos.
Ahora vienen las pegas.
Limitaciones de la Técnica Pomodoro
Las voy a dividir en 2 bloques. ¿Hace?
La Técnica Pomodoro puede ser (muy) estresante
Primer motivo: no estás acostumbrado.
Todavía recuerdo mis primeros controles de mecanografía. Hacía menos pulsaciones por minuto de lo habitual cuando veía a la “profe” con el crono en la mano.
Me ponía nerviosa al saber que el reloj estaba corriendo. Concentrarme era difícil… Hasta que me acostumbré.
¿Solución? Practicar.
Segundo motivo: eres un perfeccionista manifiesto o encubierto.
Cuando solo tienes un puñado de minutejos para avanzar a todo trapo, no puedes entretenerte en pamplinas.
Nada de mirar atrás, por si te has dejado una pelusilla o la preposición que usaste no es la mejor.
La Técnica Pomodoro es una tortura, cuando te gustan las cosas bien hechas e impecables del tirón. Has de renunciar a la impolutez inmediata y, si encarta, pulir al final de la tarea.
¿Solución? Domar al perfeccionista interno.
Tercer motivo: la confusión inicial.
No sabes qué aplicación elegir, porque hay el ciento y la madre que hacen lo mismo. (Por cierto, yo uso esta.)
En realidad, no necesitas aplicaciones, porque te las puedes arreglar con el temporizador del móvil o con un reloj normalito.
A eso le sigue la rigidez de los 25 minutos.
- ¿Y si, para acostumbrarte medir con un reloj, comienzas con 10 minutos de concentración?
- ¿Qué pasa si te saltas un descanso?
- ¿Y si, tras tus pruebas, estás más a gusto haciendo bloques de 40 minutos en las tareas que selecciones?
- ¿Eso es malo? ¿No lo estás haciendo bien?
Nos hemos quedado en un buen punto para reflexionar sobre los inconvenientes más serios, los del segundo bloque.
Todas las tareas no son buenas candidatas para esta técnica
No lo son. Algunas las decides tú. Y otras se quedan fuera por su propia naturaleza.
1. Las tareas que se pasan o no llegan al pomodoro
Pongamos que eres ortodoxo aplicando la técnica y que usas bloques de 25. ¿Qué haces con una tarea que estimas que te llevará 40 minutos?
Si haces un mini-descanso en mitad, pierdes más tiempo que si la ventilas de una vez.
¿Y qué haces con una que te puedes quitar en 10 minutos?
Vale. Puedes esperarte a que haya más tareas pequeñitas de ese estilo y juntar unas cuantas para hacerlas de un tirón. Buena idea.
Pero no todas te permiten que las amontones. Ahí está el problema.
2. Las tareas que se dividen mejor en secciones
¿Qué tal que te vaya mejor dividir la tarea que tienes delante en apartados?
Estimas que uno te llevará 15 minutos. Otro, 30 minutos. Otro, 5.
La Técnica Pomodoro es rígida. Los bloques son todos iguales. Quizás, para lo que tienes entre manos, sea más práctico otro enfoque.
3. Las tareas donde necesites generar o elaborar ideas
La generación de ideas no siempre puede encorsetarse en un bloque de tiempo. A veces, sales a la calle, empiezas a andar… y van saliendo, al ritmo que quieren.
¿Y qué me dices de conectarlas unas con otras o de darles forma? Eso tampoco se puede meter siempre en bloques rígidos de tiempo.
¿Qué tal cuando estás inmerso en una de esas tareas que requiere pensar mucho? Apenas empiezas a concentrarte y entrar en calor a los 15 minutos. ¿Cómo vas a interrumpir el flujo, justo en lo mejor?
Los pomodoros no van con esas situaciones.
4. Las tareas donde surjan dudas
A veces te metes en una tarea donde no está todo claro. Se van revelando las incógnitas conforme avanzas.
¿O qué pasa si te surge una duda justo en mitad? ¿O si necesitas consultar un paso con otra persona?
La Técnica Pomodoro es estupenda para tareas donde lo tengas todo pensado y que puedas ejecutar rápido. Para otras, es menos estupenda.
Hasta aquí, el repaso a los inconvenientes de la Técnica Pomodoro. ¿Qué otros encuentras tú?
Por cierto, esta entrada se me ha ido a más de 30 minutos. Y eso teniéndola pensada.
Gracias por venir.
Imagen de Marcel Langthim en Pixabay.