Podríamos estar un tiempo discutiendo si el dinero da la felicidad, la compra o la imita sin llegar a una conclusión válida para todos.
Sin embargo, nos pondríamos antes de acuerdo en que la falta del dinero justo para atender nuestras necesidades básicas acarrea consecuencias que se sitúan en el extremo opuesto a la felicidad.
Si el dinero no da la felicidad, la miseria, menos todavía
Cuando llegamos a la edad adulta y no podemos generar el dinero para mantenernos en esta sociedad, ¿con qué problemas añadidos nos enfrentamos?
- Frustración. Quizás has estado años invirtiendo tiempo, dinero y esfuerzo en tu formación. Te encuentras con que ese cúmulo de experiencias no es valorado en el mercado de trabajo. Una sensación amarga, ¿verdad?
- Exclusión. Pierdes numerosas oportunidades de relacionarte con otras personas. Incluso ir al cine, por ejemplo, se convierte en un lujo. Es cuando la falta de dinero aisla.
- Estrés. No generas dinero, pero por el simple hecho de pertenecer a esta sociedad sí continúas generando gastos, los cuales no puedes asumir.
- Dependencia. Otra persona se ocupa de tus gastos. Esto podría ser visto como algo positivo, pero en realidad es una de las peores consecuencias de la falta de dinero. Detengámonos en ella.
Cuando dependes económicamente de otra persona, se pierde la relación igual-igual.
Tú pasas a ser un esclavo. Dicho de manera menos hiriente, sólo te queda pasar por el aro de la sumisión y el sometimiento. Es muy difícil elegir palabras menos crueles.
No importa que se dependa económicamente de alguien muy cercano en quien tengamos mucha confianza: un padre, un hermano, un cónyuge… La dependencia es nefasta para nuestra autoestima.
Bastará que haya un conflicto en el seno familiar (que siempre los hay) para que la otra persona deje clara su situación de «benefactor» y te recalque lo bien que se está portando contigo.
Con el tiempo surgirán manipulaciones, reproches y presiones. Y tú, con el yugo del agradecimiento oprimiéndote el cuello, seguirás teniendo que pasar por el aro.
Lo anterior no quiere decir que se rechacen las ayudas económicas. Todos nos necesitamos y a veces nos apoyamos, sobre todo en el seno familiar. Esto refuerza nuestros vínculos; es enriquecedor y proporciona algo de gran valor: seguridad. Al menos, algo de seguridad.
Aquí se apunta contra la dependencia, no contra una necesidad puntual. En general, depender de alguien no es sano y la dependencia económica no es una excepción.
Si en tu caso estás atado por depender del dinero de otro, ¡lucha!
La prioridad inmediata es poner todo el esfuerzo en salir de esa situación, si no quieres vivir a expensas de las decisiones de otro. Si no existe un motivo de peso que lo impida, lucha por salir de ahí. Es sólo una sugerencia.
Imagen de ShellyS