¿Todos los introvertidos odian hablar por teléfono? Pongamos que no. Pero es una peculiaridad que nos acompaña a muchos de nosotros.
¿Sabes por qué ocurre?
Imagina que eres un introvertido. Esto es: una persona que se sacia pronto del contacto social y, por tanto, tiene menos manejo que un extrovertido en conversaciones cotidianas como las que se dan por teléfono.
Decir que “odias” el teléfono es exagerado. Pero esa palabra es la que mejor describe el malestar automático que sientes cuando escuchas el tono de la llamada entrante.
Así que la vamos a usar, aunque nos pasemos tres pueblos con ella. ¡Hala!
¿Por qué los introvertidos ODIAN hablar por teléfono?
1. Porque abundan las llamadas molestas
Como introvertido, tu red de contactos suele ser menor que la de un extrovertido. Además, muchos de tus contactos ya saben que prefieres mandar mensajes, hablar lo justo por teléfono o fijar una hora para hacerlo.
Por tanto, aumentan las probabilidades de que, cuando suene el teléfono, sea una llamada indeseada.
Si no conoces el número, es frecuente que esté detrás quien quiere pedirte o venderte algo. O, tal vez, una persona que se ha confundido de número.
2. Porque el teléfono siempre interrumpe
A ver a quién conoces que se levante con la agenda vacía, esperando con ansia a que suenen la puerta o el teléfono.
La mayoría tenemos algo entre manos cuando suena el teléfono o estamos a punto de empezarlo. Y, cuando eres introvertido y atesoras tus momentos a solas, disfrutas de esas actividades en las que te sumerges.
Al sonar el teléfono rompiéndote la paz del momento, la reacción natural es: “Aggg… Cómo lo odio…”
3. Porque faltan pistas para comunicarse
La mayor parte de la comunicación es NO verbal. Y en las llamadas de teléfono (aunque sean más expresivas que los textos) se pierde mucha información.
Como introvertido, tú sueles escuchar más de lo que hablas, se supone. Pero el otro no puede ver que le estás prestando atención. Así como tú tampoco ves la cara que pone cuando te demoras un poco en contestar.
Los silencios se hacen más incómodos. Y faltan gestos que ayuden a descifrar o complementar el mensaje. O esos gestos no llegan con la misma nitidez que en la conversación cara a cara.
Te pierdes si el otro se distrae, si está pensando, si se está aburriendo o escandalizando.
Un extrovertido resuelve con más soltura estos momentos, ya que tiene más práctica con ellos.
4. Porque es peor todavía cuando tienes un problema añadido
¿Qué problema? Una mala cobertura, un problema de audición o que no domines aún el idioma de tu interlocutor.
A la falta de gestos, le sumas que no entiendes las palabras y más incómodo es el asunto.
5. Porque la situación te fuerza a hablar
En un mensaje de texto pierdes expresividad, pero ganas en comodidad. Tienes tiempo para elaborar tu respuesta, si es que quieres responder.
“En vivo” también hay margen para que un introvertido haga pausas para pensar, hable a su ritmo o responda con una sonrisa u otro gesto.
Por teléfono, la sensación de apremio para responder es mayor. El que está al otro lado quiere escuchar tus palabras cuanto antes.
6. Porque los “marketeros” se aprovechan
Los expertos en marketing saben lo anterior y se aprovechan de la incomodidad y del poco tiempo para pensar tus respuestas. Pero ellos sí llaman con un guión bien preparado.
Te hablan de lo mal que estás ahora sin el servicio X y de lo bien que vas a estar cuando lo contrates con ellos. Te conducen hábilmente, reduciendo aún más tu tiempo para pensar, hasta soltarte la pregunta a bocajarro:
- ¿Le interesa pagar menos y beneficiarse de todas las ventajas de nuestro servicio?
Una pregunta que, si respondes en sentido negativo, te hará quedar como un imbécil.
Si eres introvertido (y, por tanto, se supone que observador también), ya te habrás dado cuenta del juego. Está quemado a estas alturas.
Ya sabes que la respuesta más inteligente cuando te llama por teléfono un comercial es: NO.
Muchas veces, como no esperan que les digas: “No me interesa pagar menos”, la llamada termina pronto al haberte cargado su guión.
Atrévete a quedar mal. Porque el patio no está para que te fíes de cualquiera que te llame por teléfono. Y porque, si el servicio es interesante, vale la pena que te informes por tu cuenta y seas tú quien elija cuándo, cómo y con quién contratarlo.
(Por supuesto, es una sugerencia que puedes ignorar olímpicamente. Aunque los comerciales hagan su trabajo, a algunos no nos gusta que nos acorralen. )
7. Porque las conversaciones se prolongan demasiado
Típico caso de la llamada que recibes de un conocido o familiar lejano. Sabes cuándo empieza la conversación, pero no cuándo acabará.
Posiblemente la persona que te llama había hecho planes para charlar contigo un buen rato. Pero tú no.
Si no te avisó, te cae de sorpresa la tertulia telefónica. Y tal vez no sea apropiado decirle que estás ocupado. Depende.
El caso es que la llevas clara como esta sea una persona con pocas consideraciones. Se enrollará de lo lindo (porque para él/ella es un momento ameno y placentero) y tú lo vivirás como si fuera un secuestro.
Ocurre con llamadas especialmente plastas. Alguna suele caer de tanto en tanto. Y, por si te sirven, aquí tienes algunas ideas para recuperar tu libertad.
¿El odio a hablar por teléfono es un problema grave?
Depende de cómo condicione tu vida. Según mi experiencia, la aversión al teléfono NO es un problema gordo, sino una situación que se supera con un poquito de entrenamiento.
En tu vida íntima y privada tiene poca importancia que te guste más o menos hablar por teléfono. Llegas a acuerdos con los tuyos y te comunicas como gustes.
El entrenamiento sería oportuno para la vida pública, cuando te relacionas con personas que están trabajando (o cuando eres tú quien llama por motivos de trabajo).
Lo bueno es que, en este campo, las llamadas telefónicas son mucho más sencillas y llevaderas.
- Si llamas para encargar una pizza, la llamada será breve.
- Si llamas para hacer un trámite o un pedido, lo mismo.
- Y, cuando llames tú, tampoco te vas a entretener como si tuvieras todo el día por delante.
De acuerdo. En algunas llamadas telefónicas existe cierto protocolo: el saludo, el “hay que ver cuánto hace que no hablamos”, el “cómo estás”… y todos esos prolegómenos.
Pero, ya que los practicas unas cuantas veces, se vuelven naturales. Y tú te vas haciendo más habilidoso con el guión (como los del marketing). Cada vez estás más suelto, más seguro, aunque siga sin hacerte gracia hablar por teléfono.
A lo mejor te sirven las ideas de esta entrada:
Cuando vuelvas a tu vida privada y escuches el “riiiing”, quizás experimentes el mismo odio al teléfono. ¿Y qué? También hay personas que odian el pimiento y viven felices.
Hablar por teléfono no tiene porqué encantarte. Puedes entrenarte para vencer las limitaciones que tengas en tu vida cotidiana por este motivo. Y, después, elegir cómo prefieres comunicarte en tu vida personal.
Espero que esta entrada te sirva, si eres introvertido, para encontrarle sentido al malestar que sientes al hablar por teléfono. Y, si no lo eres, para entender los motivos por los que el teléfono repele a algunas personas.
Gracias por leer.
Referencia: Science of Us: Psychologists Explain Your Phone Anxiety (and How to Get Over It).