¿Conoces las hormonas del estrés?
Aunque hay más hormonas involucradas cuando nos sentimos estresados, las principales son dos: la adrenalina y el cortisol.
Conocer cuál es su funcion y cómo nos afectan puede ayudarnos a comprender cómo afronta el estrés nuestro cuerpo. De esta manera, será más fácil controlarlo.
El estrés está ligado a nuestro instinto de supervivencia. Nuestro cuerpo está “programado” para reaccionar rápidamente ante situaciones peligrosas o de emergencia.
Este instinto se desarrolló en tiempos remotos de la humanidad, cuando vivíamos rodeados de depredadores y teníamos que afrontar innumerables peligros para sobrevivir en la Naturaleza.
Actualmente, mantenemos ese instinto, aunque nuestra vida no se parezca a la de aquellos antepasados.
Por ejemplo, el cuerpo reacciona rápidamente para esquivar a un coche que se dirige hacia nosotros a toda velocidad o incluso cuando vivimos una situación laboral que nos desborda.
¿Cómo actúan las hormonas en situaciones de estrés?
La adrenalina se encarga de darnos ese impulso rápido que necesitamos. En cuestión de instantes, nuestra energía sube enormemente para ayudarnos a escapar del peligro.
En el cuerpo produce los siguientes efectos:
- La respiración se hace más rápida y aumenta la frecuencia cardíaca para que los músculos respondan más rápidamente.
- Evita los coágulos. La sangre circula más rápidamente y más lejos de la piel.
- Aleja la sangre del aparato digestivo, para evitar que haya vómitos.
¿Y qué sensaciones físicas experimentamos? Las más comunes:
- Opresión en el pecho y/o palpitaciones.
- Sudor frío.
- Hormigueo o “mariposas” en el estómago.
El cortisol se ocupa de hacer que esa respuesta del cuerpo se ejecute durante todo el tiempo que dure la situación amenazante. Deja el cuerpo “en alerta“, preparado para reaccionar lo más rápido posible.
El estrés tiene su lado útil. Nos moviliza para resolver una situación determinada. Después, volvemos al equilibrio y ya está.
Sin embargo, imagínate el desgaste de energía que supone para el cuerpo vivir una situación de estrés prolongada. El desgaste y, además, otros desajustes.
El exceso de adrenalina y cortisol liberados en sangre día tras día produce efectos perjudiciales como pueden ser:
- Cansancio (o incluso extenuación).
- Dolor físico.
- Falta de concentración.
- Problemas de memoria.
- Ira y agresividad.
- Problemas de sueño.
No sólo eso. A largo plazo, el cortisol puede producir efectos como los siguientes:
- Debilitamiento del sistema inmunitario. Ejemplo: Nos refriaremos más veces de lo habitual.
- Aumento de las alergias.
- Empeoramiento del asma.
- Sentimientos de fracaso, ansiedad y depresión.
Tomarnos la vida con más calma es, por tanto, hacerle un bien a nuestra salud.
Fuente: “Cortisol And Adrenaline. The Stress Hormones“.
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