Hay malos hábitos que, más que malos, son raros. Quienes están a tu alrededor no los tienen.
Esos hábitos son buenos para tu salud y están en línea con lo que quieres conseguir. Pero son “malos”, porque afectan a tu sintonía con familia y amigos.
Deja que te ponga algún ejemplo. Utilizaré un par de mis hábitos raros, ya que no sé de los tuyos. Y hablaré solo de los saludables y productivos. (Malos y raros, a la vez, tengo unos cuantos también.)
1. Madrugar y salir a patear la calle
Es saludable y a mi productividad le sienta bien. Pero es raro, porque la mayor parte de mi entorno no lo comparte.
¿Por qué sales a esas horas? ¡Estás loca!
Lo cierto es que, además de mí, hay más “locos” trotando por las calles a esas horas. Y quizás ellos también tengan que dar explicaciones a los suyos.
¿Qué tiene de “malo” este hábito? Que, para hacerlo sostenible, necesitas acostumbrarte a irte pronto a la cama. Y cosas así afectan a la convivencia con tu grupo.
Otro hábito raro muy gordo, que también afecta bastante a la convivencia. Vamos con él:
2. Hacer ayuno intermitente
Hasta hace un par de años, yo no sabía que esto era una costumbre sana. Pero resulta que lo es.
Empecé a comer dos veces al día y luego una sola, porque me apetecía ahorrar tiempo con las comidas: pensándolas, preparándolas, comiéndomelas, fregando platos, etc.
Vivo sola y me apetece más hacer otras cosas. Pero eso también afecta a la convivencia con el grupo, como te imaginas.
Te acostumbras a no comer a primera hora de la mañana y los cánticos que escuchas son tal que así:
Pero, mujer, ¿por qué no te cuidas? ¿A quién se le cuenta no comer nada hasta las tantas?
Durante temporadas he desayunado por eso, por la presión. Pero no es un hábito que consiga mantener, porque más allá de acallar la presión no le noto más beneficios (en mi caso).
Conclusiones
Hay hábitos que son “malos” porque son poco adaptativos. Te hacen el bicho raro del grupo.
Si son buenos para ti, hay mejores alternativas a sucumbir a la presión, a enzarzarte en discusiones o a mandarlos a todos a freír espárragos.
Estas, mismamente:
1. Explica tus hábitos “raros” a los tuyos. Así sabrán qué razones y beneficios te animan a mantenerlos.
2. Habla de tus hábitos sin intentar convencer a nadie. A los que están muy cerrados, no los convencerás. Solo perderás tiempo en discusiones.
Pero, gracias a que dejas caer tus costumbres como una parte de ti, puedes conectar con personas con intereses afines. E incluso puedes inspirar a quien menos te esperes.
3. Disimula cuanto puedas. En ciertas situaciones (que tú decidirás las que son), intenta adaptarte al grupo, sin renunciar a tus hábitos ni a tu filosofía de vida.
Ser muy diferente y jactarse de ello se paga. El grupo tiende a separarse de ti.
4. Déjate inspirar por otros, que quizás no estén en tu entorno.
Que en tu entorno sea raro meditar o hacer ayuno intermitente, vamos a poner, no quiere decir que más allá de él no haya personas que practiquen esos hábitos y otros, que pueden serte interesantes.
Puedes seguir aprendiendo, optimizando o cambiando lo que consideres oportuno, que siempre podrás encontrar una referencia en quien fijarte… o un compañero de hábito.
Y lo más importante…
No te boicotees tú mismo ni dejes que personas cercanas lo hagan.
Puede haber personas muy cerca de ti que no quieren que cambies porque tu progreso les incomoda. Pero no te lo van a decir. Es más llevadero para ellos echar balones fuera y señalarte como “el raro”.
Como de este tema he escrito mucho, lo dejo aquí. Hay una entrada donde doy más detalles: Identifica a las personas que te ayudan a progresar (y a las otras).
Gracias por venir.
jose de jesus montoya dice
Hola casandra, ya te extrañaba espero tambien puedas volver a subir videos a youtube, me encanta todo tu trabajo. saludos :·)
Casandra TBM dice
Qué alegría, Jose.
Muchas gracias. 🙂 Retomaré pronto los vídeos, si no surgen impedimentos.
Cuídate mucho. 😀 ¡Saludos!