Qué mala cara nos deja el estrés descontrolado… Toda mustia, con unos ojos en los que se refleja una mezcla explosiva de preocupación y nerviosismo.
Te dices a ti mismo: «Con preocuparme no arreglo nada.» Intentas convencerte, pero la zozobra de la ansiedad no te deja.
¿Cómo que es más fuerte que tú?
Ni hablar.
Tan sólo necesitas atacar ese estado de tensión con el arma apropiada. Y ahora mismo te proponemos una a tu alcance: la diversión.
Piensa. ¿Recuerdas alguna vez que te hayas sentido así de mal mientras estabas jugando y riendo?
Mientras estás metido por completo en un momento divertido, la ansiedad se desvanece.
Ríe. Canta desafinando a conciencia. Haz una colección de fotos divertidas. Cuenta un chiste. Juega al fútbol. Haz muecas frente al espejo. Escribe un poema humorístico…
Vive el momento, como hizo el que perpetró este vídeo (seguramente para liberarse de su propio estrés):
Pero, supongamos que a ti no te apetece reírte creando un engendro multicolor ni poner en práctica ninguna de las ideas que solemos proponerte por aquí.
¿Solución? Vuelve a pensar en esos momentos (cercanos o lejanos) en los que te encontrabas relajado y contento, lejos del estrés.
¿Qué estabas haciendo entonces? ¿Por qué no te tomas un ratito para hacerlo ahora?
Por tu salud, desconecta un poco. Ya verás que, cuando vuelvas a la carga, tendrás más energía. Y, ¿quién sabe? Quizás la misma carga ya no te resulte tan agobiante. 😉