Si eres un pesimista convencido, este post no es para ti.
En cambio, si hoy tienes el propósito de fijarte más en las luces que en las sombras, te invito a compartir estas ideas.
Pongamos que buen día (hoy mismo), decides dejarte de esperas y lamentos para perseguir lo que quieres, muy convencido de que puedes lograrlo. ¡Actitud positiva! ¡Bien!
Pero esa pose artificial se derrumba al poco rato, porque tú ya estás acostumbrado a pensar de una manera y darle la vuelta a todos tus esquemas no es algo automático.
Es como si estás gordito y pretendes perder todos los kilos sobrantes en una mañana. Adelgazar años de pesimismo también lleva su tiempo. (Siento la metáfora tan bárbara.)
Que esto no te entristezca. El cambio es gradual, pero se disfruta bastante. Es como pasar de un encierro oscuro a un mundo más luminoso.
Bueno, el mundo es el mismo en realidad. Es tu modo de verlo y de moverte por él lo que varía.
Y todo eso, que puede parecer tan complicado y enorme, comienza por un primer paso.
Dando el paso para ser más optimista
Si hoy quieres comenzar a moverte hacia esa actitud positiva (sin padecer el efecto yo-yo de las dietas), 😉 aquí tienes estas tres ideas:
1. Hoy piensa en lo de hoy
Mirar un ratito hacia el pasado o hacia el futuro es cosa sana y sensata. No lo es que hoy pases mucho tiempo dando vueltas a asuntos pasados o futuros.
Céntrate en lo de hoy. Así te ahorrarás una buena cuota de sombras: preocupaciones, culpas, agobios, traumas, etc.
Pero, si de todos modos te apetece darte un paseo por el tiempo, fíjate más en aquello que te impulse.
Por ejemplo: experiencias pasadas de éxito o lo estupendo que se presenta el próximo fin de semana.
Este punto requiere un poco de práctica. Los dos que siguen son más sencillos.
2. Alimenta tu mente con alegrías
Hay que estar informado, sí. Pero si la mayor parte de lo que pasa por tu cabeza son problemas, corrupción, crisis, injusticias, etc., vas a ver el mundo mucho más negro de lo que es. (La gente es mala. No hay esperanza.)
Aliméntate de arte, de otro tipo de noticias, de tu hobby o de algo nuevo que estés aprendiendo.
No le eches a tu mente sólo podredumbre y sufrimiento, cuando hay tantísimo bueno que merece tu atención. Y, sí… Tú eres quien decide a qué prestarle atención y a qué no.
Simplemente, lleva una dieta equilibrada (como haces con tu cuerpo).
3. Pasa más tiempo con gente constructiva
Rodéate de ese tipo de gente a la que quieres parecerte, ni más ni menos.
Si me dieran una moneda por cada vez que insisto en que pases más tiempo con las personas que te quieren bien y que llevan luz a tu vida, tendría que salirme de mi casa para poder meter el cargamento de monedas.
Pero es que la recomendación es buenísima. Ya sabes: «Dime con quién andas y te diré quién eres.»
Por ello, anda un buen rato hoy con gente activa, luchadora, amable, generosa… Todo se pega.
Resumiendo:
- Presta atención a lo de hoy.
- No te atiborres sólo de noticias negativas.
- Pasa más tiempo con gente positiva.
Sólo con esas tres cositas llegarás a la noche con mejores sensaciones. (Ya lo verás cuando hagas balance del día.) Y habrás hecho tu parte de hoy para ser más optimista.
Si no te sale muy bien, practica mañana. Poquito a poco, los nubarrones tan espesos van a dejarte ver los claros.
Segurísimo que sí.
Judy dice
Como todos tus artículos, este me gustó mucho, sólo me topé con un pequeño «pero» en el punto 3, donde refieres que hay que rodearse de gente positiva… y qué hacemos cuando es tu misma familia la que es negativa, con patrones de comportamiento que lejos de ayudarte, pareciera que no te quieren ver feliz. A mi me sucede que me encuentro en el intento de encontrarme a mi misma, de mejorar como ser humano y ellos al darse cuenta, me sabotean y me tientan para que vuelva a las viejas costumbres y hábitos, disfrazan en un «lo hago por tu bien» todos sus temores e ideas antiguas. Pero es la familia y me cuesta mucho trabajo pasar de largo y no tomar en cuenta lo que dicen y lo que hacen. ¿Qué se hace en estos casos? Aún no encuentro la formula para equilibrar mi relación conmigo misma y con ellos, sin caer en el suplicio de la culpa.
Casandra - TBM dice
Ay, Judy… A algunas personas que tenemos alrededor no les gusta que cambiemos, porque ese cambio también les afecta a ellos. Y, si ya están cómodos y acostumbrados a una situación, pasar a otra historia les viene largo.
Precisamente, vengo de escribir una entrada sobre esto (dos, en realidad), que van a salir el próximo miércoles. (Por si quieres echarles un ojo.)
Yo no sé de qué cambios concretos hablas. Supongo que, si has decidido realizarlos, es porque estás convencida de que son algo bueno para ti.
Lo que mejor funciona, cuando la gente de tu entorno próximo presiona en sentido contrario (y no te puedes distanciar de ellos), es hablar poco de esos temas cuando te relaciones con ellos. Tú, cambia… Y deja al tiempo que haga el resto.
Generalmente, los cambios son mejor aceptados cuando efectivamente suceden que cuando piensas en lo que podría pasar si sucedieran.
Ojalá que esto te sirva. 🙂