El momento que quedó atrás

Transcurre la vida, compuesta por una sucesión de momentos. Y, en cada uno de ellos, podemos tomar una decisión…

  • ¿Me voy a dormir o me quedo viendo la tele?
  • ¿Visito a mi madre o lo dejo para mañana, si tengo tiempo?
  • ¿Le mando un mensaje a mi hermana o dejo que deduzca que aún sigo molesta desde nuestro último rifi-rafe?

Un momento tras otro. Una decisión tras otra.

A veces quedamos conformes con la decisión que tomamos. Otras, no. Miramos hacia atrás y desearíamos cambiar lo que decidimos en un momento dado.

Somos humanos. Como tales, nos equivocamos o cambiamos de criterio. Y entonces, lamentamos lo que hicimos o lo que dejamos de hacer en un momento que ya no existe.

elegir

  • Debería haber visitado más a mi madre.
  • Podría haber aprovechado la ocasión para hacer las paces con mi hermana.
  • Tendría que haber estudiado más.
  • ¿Por qué compré yo esta porquería?

Por muy acertados que queramos estar, fallaremos o cambiaremos de opinión más de una vez, deseando rectificar lo que elegimos en aquel momento.

Eso, a pesar de saber perfectamente que el tiempo no puede echarse atrás.

Hasta que en un momento cualquiera (éste mismo es bueno), decidimos hacer las cosas de otro modo. Decidimos dejar de pensar en lo que no puede deshacerse, para mirar con detenimiento qué opciones tenemos ahora.

  • Apenas veo a mi madre. Hoy subo a su casa sin falta.
  • Le mandaré este vídeo gracioso a mi hermana.
  • Ayer no estudié nada. Ahora mismo me pongo.

Porque a cada nuevo momento que vivimos tenemos la oportunidad de elegir mejor o de elegir algo distinto a lo que no nos dejó convencidos la última vez.

En lugar de lamentarnos mirando atrás, centrémonos en la decisión de ahora, que es la que está en nuestras manos.


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