7 Buenos momentos arruinados por el teléfono móvil

Esta entrada va en memoria de los buenos momentos arruinados por el teléfono móvil.

¿Qué digo… “en memoria”? Es más doloroso, porque lo bueno no llegó a producirse. Se quedó ahí, a las puertas.

Un aparato destinado a ayudarnos a mejorar la productividad y a hacernos la vida más cómoda se ha convertido en el verdugo de instantes maravillosos.

7 Momentos arruinados por el móvil

El teléfono suena rompiendo el momento. Y, sobre la grieta que produce, derrama urgencia y estrés buena parte de las veces.

El móvil no se usa únicamente cuando hay un negocio a la vista, cuando alguien te avisa para que te protejas o te llama para decir “te amo”. También se usa para pedirte tu atención (u otra cosa) y MOLESTAR.

Y eso son muchas interrupciones displacenteras.

1. Por la mañana temprano. No acabas de desperezarte y ya están sonando las notificaciones y las alertas tontas.

2. Durante la primera tarea exigente del día. Justo cuando estás más concentrado, el móvil suena. Parece programado por Murphy.

3. En la mejor parte de una conversación. Está a punto de salir un buen trato. Tu futuro próximo luce divinamente, cuando… [¡porras!] suena el teléfono de tu interlocutor. La propuesta no termina de concretarse.

4. En el baño. Es el último lugar donde quieres que alguien vaya a buscarte. Pero esas fronteras no existen para el teléfono móvil.

5. Mientras haces deporte. Estás descargando estrés en una carrera (parte de ese estrés producido por el móvil). Pones la mente en blanco. Sudas gustoso con el movimiento. Y… ¡vuelve a sonar! ¡No es un cliente! ¡Es la puñe7era compañía telefónica para hacer una encuesta!

Deberían prohibir estas llamadas spam.

Vuelves a tus tareas. El teléfono interrumpe unas cuantas veces más. Pero la molestia no termina cuando pones el punto final en tus misiones de hoy… El móvil te sigue a tu tiempo de descanso.

momentos arruinados por el teléfono

Y lo arruina también. Suena…

6. Mientras estás viendo tu serie preferida. Momentos antes, la protagonista de la historia iba a declarar su amor… ¡Y sonó su teléfono móvil! ¡Qué retorcidos son los guionistas! Aunque retoma la conversación (menos mal…).

Está en el momento álgido. Lo has estado esperando durante meses. ¡Y suena tu teléfonoooo! ¡Noooo…!

Jolines. Y la broma era para saber qué te vas a poner para ir a la boda del domingo… ¿No hay otro momento para eso?

7. Estás teniendo la idea de tu vida. Das un paseo tranquilo por tu barrio durante el atardecer. Tus pensamientos toman un carril rentable. Estás a punto de hilvanar una idea muy ingeniosa. La tienes ahí, a punto de salir… Ya, ya… Tiras un poco más y… ¿¡Otra vez!?

Sí, otra vez suena el teléfono arruinando el momento. En la primera parte del día, mientras trabajas o cumples con la parte más social, bueno va… Pero en esta es pasarse. Las alertas también se cuelan en tu intimidad.

Aún no se ha puesto el sol del todo. Las probabilidades de que el teléfono arruine más momentos tranquilos, productivos o placenteros es alta.

¿La propuesta?

Muy breve. Ya te la sabes.

Desconecta el teléfono a ratos o siléncialo, si no quieres estar expuesto a interrupciones durante todo el día.

Hazlo según tu estilo, según tus reglas y adoptando el ritmo que gustes. Pero pon algunos límites. Hazlo por tu productividad, por tu descanso o por tu cordura.

Procura que tu relación con el teléfono (o con la tecnología, en general) sea beneficiosa para ti. Que ganes más gracias a este aparato de lo que pierdas.

Aunque me temo que, para ocuparte bien de este asunto, primero has de pensar con detenimiento en qué estás ganando y en qué estás perdiendo.

Gracias por leer.

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