Una persona acude a ti. Necesita de tu ayuda, de tu consejo o, simplemente, que la escuches. Y tú respondes con ese apoyo, encantado de poder brindarlo.
Distinto es cuando una persona abusa de tu apoyo y, con más frecuencia de la deseable, te martillea con sus dramas personales con el único propósito de llamar tu atención.
No es que esa persona no tenga problemas o que éstos no sean importantes. Puede que sí lo sean. Y también puede que NO quiera hacer algo para solucionarlos.
A una persona que acostumbra a buscar soluciones para sus problemas le cuesta entender que haya otra que NO quiera soluciones; que prefiera quejarse y amargarse, que quiera acomodarse en el papel de víctima.
Pero las personas que eligen esto existen.
Tal vez no se deba siempre a un gusto especial por llamar la atención (que difícilmente admitiría cualquiera).
Quizás sea sólo miedo. Miedo a que tenga que poner en práctica una idea que obligue a esa persona a salirse de su rutina.
Hay personas que no toleran hacer ni el más mínimo cambio. ¿Levantarse media hora antes? ¿Mover la hora de la cena? ¡Nooo…! Imposible.
Aunque te sientas responsable de ayudarles, una vez que conozcas su triste historia, y les brindes ánimo, ideas o quieras implicarte activamente en la solución de sus problemas, poco éxito vas a tener.
Si esta persona NO quiere cambiar, no va a cambiar.
Conoces el asunto tan bien como yo. Te has sentido conmovido y hasta responsable de ayudar a una persona que sólo quería quejarse un rato y que le dieras una palmadita en la espalda.
Está bien. Todos necesitamos eso alguna vez.
Pero, con el tiempo, te diste cuenta de que esta persona abusaba de ese recurso. De que se instaló en su drama y en la importancia que le conferían sus problemas. Y de que no quería cambiar en lo más mínimo.
Enhorabuena, si te has dado cuenta de eso. Podrás escuchar su drama, cuando lo creas oportuno. O no dejar que te estrese o te desmotive, cuando quieras reservar fuerzas.
¿Sentirte culpable por no poder ayudar? ¿Sentirte obligado a involucrarte emocionalmente en sus tormentos? Yo que tú me lo ahorraba.