Un primer paso engañoso

¿Anunciarle a alguien tus intenciones cuenta como primer paso? Digamos que sí.

Estás remoloneando después de comer. Para desviar las miradas expectantes, anuncias a los presentes: – Ya voy a fregar los platos.

Es un primer paso. Rompes la barrera mental diciéndote que estás listo para la acción. Tu cerebro recibe con gusto la noticia de que ya vas a quitarte la obligación de en medio. Los demás también están contentos, porque tu abandono del sofá es inminente.

Pero es un paso muy insignificante. Tanto, que se te olvida en cuanto comienzan a dar una noticia interesante en la tele y te quedas escuchándola.

¿No ibas a fregar los platos? -dicen por ahí.

pasos

Un primer paso… en falso

Eso de los platos también pasa con cualquier objetivo. Anunciar tus intenciones al mundo te compromete con ellas, pero no supone un gran progreso.

La “trampa” es que tú sí experimentas cierta satisfacción, la sensación de estar moviéndote en la dirección adecuada y de haber hecho un pequeño avance.

Si ese primer paso te motiva para lanzarte, bienvenido sea. Tú te conoces mejor que nadie y, por tus experiencias, sabes si es efectivo anunciar tus objetivos antes de comenzar la acción.

No obstante, ten en cuenta esta “trampa” en otras circunstancias. Sin ir más lejos, los publicistas la conocen muy bien y la pondrán a tus pies una y otra vez.

Un paso que tiene su precio

Por ejemplo, piensa en un aparato para hacer ejercicio en casa. Lo compras convencido de que lo vas a usar regularmente. Al realizar el desembolso sientes la satisfacción de estar más cerca de tu objetivo de ponerte en forma.

O, como a mí me ha pasado muchas veces, tienes ganas de aprender más sobre un tema y compras libros que recomiendan los expertos. Llegan los libros a tus manos y a ti te parece que has hecho algún progreso.

Digamos que sí, pero no es un progreso importante. El paso significativo se produce el día en el que comienzas a hacer ejercicio o a leer el libro.

Y, tal vez, para dar un primer paso significativo no necesitemos comprar algo caro. Con lo de los libros, yo podría ir a la biblioteca o comenzar a explorar en los recursos gratuitos disponibles. Y, ya que esté metida en el tema, comprar ese libro que me va a enseñar algo nuevo.

Alguien que quiera empezar a ponerse en forma, puede dar sus primeros pasos con lo que tiene a mano. Y, ya que está avanzando realmente, comprar un artilugio que le ayude. Eso sí sería parte del progreso.

Todo lo anterior es para reflexionar sobre ese primer paso, que a veces damos con la ilusión de estar avanzando cuando aún no nos hemos movido del sitio.

Hay gestos, como el de anunciar nuestras intenciones al público o como el de comprar un producto, que constituyen poco progreso a menos que nos levantemos del sofá y… ¡hala, a actuar!