Ante ti hay una de esas misiones recurrentes que no te gustan. Es una tarea que consideras pesada. Preferirías hacer cualquier otra cosa en lugar de ese tostón.
¿Y si transformases esa actividad indeseable? ¿Podrías pasarlo bien o no tan mal durante ese tiempo?
No pelees contra lo que has decidido hacer
Has elegido hacer la colada, las compras, la limpieza, estudiar o terminar un trabajo de ésos que consumen hasta la última gota de tu energía mental. Tus motivos tienes.
El día está lleno de tareas que eliges hacer y que, en ese momento no te apetecen. Una muy simple: levantarte del sillón (con lo a gusto que estás) para ir a la cocina y prepararte la comida. Piensa en las tareas que quieras.
La primera medida que puedes adoptar para no sentir el fastidio de hacer lo que no te apetece es NO resistirte, no pelear contra tus decisiones. Porque, si lo haces, vas a pasarlo mal demasiados momentos en un mismo día.
No te resistas. Evita darle alas al malestar y levántate para hacer lo que acordaste contigo mismo que harías.
Inventa la manera de hacerlo de buenas
Llegamos a segunda parte. Añadir alegría o placer a ciertas actividades es complicado. Pero, si ves la oportunidad de hacerlo, aprovéchala.
Inventa la manera de pasarlo bien en tu rato de ejercicio, poniendo la lavadora o limpiando una habitación. ¿Con tu música preferida, quizás?
Pon unas gotas de satisfacción a ese rato de estudio o al trabajo que haces, recordando porqué lo estás haciendo, cómo estás progresando o a qué vas a dedicarte en cuanto termines de hacer esa actividad.
Si puedes, usa tu creatividad para hacer el momento lo más agradable posible. Porque, desafortunadamente, hay muchos problemas y malos tragos a lo largo de la vida que no se pueden endulzar.
Precisamente por eso, procura no pasarlo mal cuando no tienes porqué pasarlo tan mal. Elige poner un poco de alegría; convertirlo en una experiencia positiva o menos negativa. Invéntate cómo.
O, si no te sale, deja de darle alas al fastidio. Y, ¡hala!, a dejar listo lo que toque.