¿Estás en proceso de mudarte? Aquí tienes unas cuantas ideas que pueden servirte.
Porque cambiar el lugar de residencia de un sitio a otro es uno de los acontecimientos que más estrés suponen.
Más estrés aun si la mudanza se produce por alguna circunstancia negativa, como por ejemplo una separación o el traslado laboral a un lugar que no nos agrada mucho.
Yo he experimentado algunas y me ha resultado más fácil mudarme cuando en el nuevo lugar ha habido algo positivo esperando.
Aun así el proceso suele ser agotador, tanto por la actividad intensa que supone, como por las emociones que se generan antes, durante y después de la mudanza.
Una vez que la decisión de mudarse está tomada y que tenemos la fecha para el traslado, comienzan las gestiones.
Es sólo el principio. Hay que prepararse mentalmente para todo lo que llega.
Pasos para reducir el estrés en una mudanza
1. Contar con el tiempo suficiente
Si está en nuestra mano, hay que comenzar con el trabajo unas semanas antes. Todo va a depender de las gestiones que haya que realizar y de la cantidad de pertenencias que haya que trasladar.
Lo que hay que evitar, si se puede, es mudarse a prisa y corriendo en el menor tiempo posible.
2. Organizarse
Incluso cuando no seamos aficionados a hacer listas de tareas, en este caso es recomendable hacer una excepción. ¡Que no se muda uno todos los días!
Esto tiene dos grandes ventajas:
- (1) Asegurarse de que no olvidamos algo importante.
- (2) Ajustar las tareas al tiempo disponible.
3. Deshacerse de lo innecesario
Llegamos al «momento físico» del plan.
Hay que ir empaquetando bártulos, pero quizás haya algunos o bastantes que no merezca la pena llevarse, bien porque se trate de objetos inútiles o porque supongan un ancla en el pasado.
Hay que ver este momento como una transición positiva, dejando atrás lo que no sirve para dar paso a lo nuevo.
4. Pedir ayuda
Todo este proceso es mucho más llevadero cuando se comparte.
Especialmente si la mudanza es en familia, es preciso que se involucre cada uno en la medida de sus posibilidades. Y, si algún amigo quiere ayudar, bienvenido sea también…
5. Despedirse
Esto variará dependiendo de si nos mudamos a la calle de al lado o de si dejamos atrás para siempre lugares donde no volveremos y personas a las que veremos con mucha menos asiduidad.
Necesitamos tiempo para decir adiós; tiempo para recorrer esos lugares por última vez, para hablar con la gente que apreciamos… En definitiva, para construir un hermoso recuerdo.
No es tan fácil. Cuando se ha estado bien en un sitio, se le forma a uno un nudo en la garganta más de una vez. No obstante, es preferible esa transición que liarse la manta a la cabeza y salir corriendo.
6. Cuidarse muy bien
Hay tanto que hacer en una mudanza, que, si uno no se propone evitarlo, puede quedar absorbido por el proceso. Stop.
Eso de ir de una cosa a otra, hilvanando tareas sin descanso, supone demasiada tensión y desgaste. Calma ante todo.
Las horas de comer y de dormir han de verse afectadas lo menos posible. Y la dieta, cuanto menos se pueble de comida basura, tanto mejor. Cuestión de salud.
La convivencia en la familia también hay que cuidarla, especialmente cuando hay niños pequeños y/o mascotas involucrados en todo este lío. Hagamos un enorme hueco a la paciencia.
En este punto es donde notaremos si hemos organizado un buen plan de mudanza. Éste tiene que ser lo suficientemente flexible para que permita momentos de ocio y descanso, tanto compartidos como en solitario.
7. Prepararse para los imprevistos
Es tanto lo que hay que organizar, que lo más frecuente es que haya algo que no salga según lo previsto. Tenerlo en cuenta es necesario para no dejarse llevar por los nervios.
Después, si es posible, intentar contar con varias alternativas.
Por ejemplo, con el traslado de los enseres más pesados. ¿Qué tal si falla a última hora el camión de la mudanza? Hay que «retocar» el plan, sin perder la cabeza.
8. Prepararse para el desorden
Ya es laborioso empaquetar las pertenencias para el día de la mudanza, pero llegar al sitio nuevo y encontrarse todo descolocado, con muebles y cajas llenas de objetos amontonándose por los rincones, también tiene lo suyo.
Al menos, ya está uno en su nueva casa… Toca tomarse con calma la tarea de encontrar un sitio para cada cosa y no agobiarse si no se hace de un día para otro. Calma de nuevo.
Como podemos ver, si hay algo que predomina, es tomárselo con mucha calma. 😀
En el caso de que nos mudemos gracias a un cambio positivo en nuestra vida, todo lo anterior será mucho más fácil.
Si se trata de una circunstancia adversa, es mejor pensar en ello lo menos posible. Y, una vez pasada la mudanza, «rebuscar lo bueno» conforme uno se va instalando en su nuevo hogar.
¿Nos recomendarías algo para evitar una mudanza traumática?
Imagen de Patr!c!a