Cómo no se me había ocurrido antes escribir sobre esta maravillosa costumbre que, como sabes, ahorra tiempo, dinero y angustias: Ten reservas.
Últimamente me he dedicado más a lanzar el mensaje: Si no lo usas, quítalo de en medio. Y lo sostengo. Soy una anti-fan de la acumulación.
Pero esa norma (que me aplico a mí misma) conoce sus excepciones: los objetos más usados y tareas más recurrentes. Para ésos, siempre procuro tener reservas (si es posible).
Un ejemplo sobre las tareas: Este blog se actualiza a diario. Cuando han surgido imprevistos o no he podido escribir, he utilizado los posts de reserva. (Siempre tengo alguno preparado.)
Sobre los objetos: Llaves de casa, bolígrafos, bombillas… Ni te menciono los útiles de baño, aseo y algunos de la cocina… También tengo un lugarcito con un pequeño stock de lo más usado.
Las cosas que más usamos se gastan, se pierden o se rompen en el momento menos pensado.
Cuando tienes reservas, minimizas el mal rato. Ahorras tiempo, porque no tienes que salir a la carrera a arreglar la situación. Y, si compras un lote de cada vez (como pilas, papel higiénico, etc.), también te ahorras un buen dinero.
Me ha gustado aclarar este punto. En primer lugar, por lo que me he emperrado con el mensaje minimalista de mantener el espacio despejado. Y, en segundo, porque recomiendo esta excepción previsora.
Tener uno o dos de reserva me da mucha tranquilidad. Y, al final, eso es lo que cuenta. ¿A que tú también tienes tu pequeño stock?
Imagen de miqul