¿Qué haces tú para saborear los días?
Es una lástima que, por andar apresurados de una cosa a otra, se nos pasen como una cadena monótona y sin tomarles sabor.
Uno tras otro se van marchando sin pena ni gloria. Y, cuando llega un evento placentero o un día muy especial, estamos tan distraídos que nos cuesta experimentarlo plenamente.
Saboreando el momento
- ¿De que sirve un día de descanso cuando te lamentas de que mañana toca trabajar?
- ¿Cómo te sabe ir al cine tú solo, cuando no dejas de acordarte de esas veces en las que fuiste con tu pandilla de amigos?
- ¿Cómo vas a dejarte llevar por una pequeña alegría hoy, cuando tienes tanto miedo de lo que vendrá en el futuro?
Nos perdemos muchos buenos momentos cuando la mente vaga por otros derroteros. Estamos ahí, físicamente, sin llegar a conectar con lo que sucede.
Sin embargo, necesitamos esa conexión, especialmente cuando estamos viviendo uno de los pequeños momentos gratos del día.
Necesitamos dejarnos llevar por esas sensaciones, para descansar, para tomar energía y, sobre todo, para ser conscientes de lo que está sucediendo en el momento presente.
De esa manera…
- Disfrutamos de los detalles del lunes, sin resoplar por los días que faltan hasta el viernes.
- Disfrutamos de los minutos de calma después del almuerzo, sin la tensión de tener que volver con las obligaciones dentro de media hora.
- También disfrutamos de los instantes previos a quedarnos dormidos, sin apretar los dientes recordando los mil y un problemas que nos persiguen hasta colarse en las sábanas con nosotros.
- Y disfrutamos del regalo que recibimos, sin quitarle importancia porque prevemos que después llegará uno mejor.
Y eso se logra solo prestando atención a todos esos instantes, por breves o insignificantes que parezcan. ¿Merece la pena dejarlos ir sin saborearlos?
Propuestas para saborear los días
1. Recordar lo bueno que vivimos. No para quedarnos anclados en un pasado feliz, sino para saborear de nuevo lo que un día nos hizo tan felices. Esas experiencias son parte de nosotros.
2. Anticipar la alegría venidera. Planear o alegrarnos por eventos agradables que están por ocurrir sirve para extender esa alegría. Sentimos el cosquilleo de la expectación y estamos más atentos cuando llegan.
3. Cazar oportunidades alrededor. En un mismo día caben momentos muy variados. Si partimos con la intención de “cazar” los buenos y disfrutarlos, vamos a saborear más momentos agradables.
4. Generar momentos con sabor. Asumiendo un rol activo, nosotros podemos también podemos crear situaciones muy placenteras: sonreír, cantar, conectar, avanzar… Y apreciar todo eso.
5. Prestar atención a lo que hacemos. Podemos sumergirnos en nuestras experiencias cotidianas favoritas: saborear lo que comemos; sentir el agua en la piel cuando nos duchamos; trabajar centrados en la tarea; meternos en un libro, etc.
Sin distracciones. Sin prisas por salir al trote hacia la siguiente actividad.
6. Agradecer la experiencia. Los momentos agradables no están garantizados, son efímeros y no volverán a repetirse. (Aunque después hagamos algo parecido, será en un momento distinto.)
Apreciar el valor de los buenos momentos y alegrarnos de estar ahí para vivirlos nos ayuda a experimentar los que surjan con más intensidad.
7. Amplificar el entusiasmo. La alegría compartida es doble alegría. Se amplifica cuando hacemos a otro partícipe de lo agradable y cuando recibimos con gusto lo bueno que les pasa a los demás.
Como ves, sí podemos practicar para saborear más y mejor lo bueno que acontece en nuestros días. Y nos conviene hacerlo para vivir más satisfechos y felices, ¿no te parece?
Imagen de Daniele Zanni