Te lo comento, porque puede pasar: que te sientas una persona horrible, dependiendo de lo que hagas o de con quién te juntes.
Lo de fuera cuenta mucho.
Estás en TBM. Soy Casandra. Y ayer, mismamente, me estaba sintiendo una persona horrible.
Hoy, haciendo otras cosas con personas diferentes, la sensación de ayer se ha desvanecido. Y tomo nota para poder contártelo.
No, no ha sido una sola experiencia. Han sido bastantes. Como tú has tenido las tuyas y, por eso, estoy segura de que puedes entenderlo.
¿Quién o qué saca lo mejor de ti?
Hay personas que tienen el don de sacar lo mejor de otras. También están las que han aprendido a hacerlo.
Y, por otra parte, están las que tienen el don de sacar tu parte mala. Tal vez queriendo. Tal vez sin querer.
No tienen porqué ser mala gente. Puede ser la dinámica que se establece, la que ayuda a que aflore lo peor de ti o lo peor de ellos.
Te sientes poco. Te sientes miserable, resentida, desconfiada. O, directamente, horrible.
Cuando pasa un rato, te oxigenas, haces algo diferente o interactúas con personas distintas, afloran sensaciones opuestas a esas.
Sale tu parte buena. La parte motivada. La generosa. Ocurrente, luminosa, graciosa… La mejor parte, sea la que sea.
Y la respuesta que yo tengo es que… soy ambas.
Dentro de mí están las cosas horribles (o que no me gustan de mí) y están las que sí me gustan.
Para que salgan fuera las que sí me gustan con mayor frecuencia, he de hacer eso que las ayuda a emerger y he de colaborar con personas que ayudan a que emerja la parte buena.
Y dedicarle menos tiempo a eso (o esos) que hacen que lo peor de mí crezca y se extienda como la mala yerba.
Si tú lo enfocas de manera distinta y quieres hacérmelo saber, encantada. Serás de las personas que saquen la parte de mí a la que le gusta aprender (que está en el lote bueno).
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay.