Ese gasto de tiempo, ¿te lo puedes permitir?

¿Hablamos de dinero? Lo parece, pero no.

Hablamos de tiempo y de las oportunidades que tenemos cada día de invertirlo según nuestras respectivas prioridades.

A diferencia de lo que ocurre con el dinero, partimos de la misma cantidad: 24 horas. Ésas son las que tiene el día. A partir de ahí, cada uno tomará sus decisiones e invertirá esas horas como crea oportuno.

Tal vez estemos de acuerdo en que algunas inversiones son más acertadas que otras. Y que las hay que pueden llamarse gastos, porque no hay retorno alguno de lo invertido.

Por ejemplo, pasar el día vagueando, cuando no hemos terminado un trabajo que hemos de entregar mañana, puede parecernos mala idea.

Quizás, ni tú ni yo podemos permitirnos ese lujo. Hoy, al menos. Ya nos daremos el gustazo cuando cumplamos con el encargo.

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Salta a la vista que pasar un buen puñado de horas haciendo algo contrario a nuestros intereses es una mala inversión. Y aquí no entra únicamente el lujo de pasarnos el día en el sofá viendo la tele.

Hay lujos que cuesta verlos

Sí, hay lujos más discretos que, a días, quieren colarse en nuestro presupuesto.

Por ejemplo: pensamientos que no llegan a ningún sitio (preocupaciones innecesarias, rencores, etc.) o acciones que aportan escaso valor (retocar 4 ó 5 veces una cosa, sin que apenas se note variación).

Pongamos que, como he de entregar el trabajo mañana, decido darle prioridad. Dispongo de un límite de tiempo y he de concentrarme.

Sería un lujo distraerme en el trabajo dándole alas al enfado tonto que acabo de tener con Pepe. No me lo puedo permitir.

No voy a arreglar nada con Pepe enfadándome más. Yo sé (por otras veces) que me sentiré peor hurgando en el malestar. Y, además, el tiempo en el que estoy distraída y desconcentrada no es gratis. Lo pierdo para siempre.

Ése es el punto: A veces no nos damos cuenta de que ciertos pensamientos o acciones son un lujo, que pagamos con la oportunidad de dedicar ese tiempo a algo que, en ese momento, es más importante.

Obviamente, en tu caso eres tú quien ha de decidir qué es un lujo y qué no lo es. Tú eres el dueño de tu tiempo y, por tanto, el responsable de decidir libremente a qué lo dedicas.

Tú decides si te lo puedes permitir… o no

Lo que sí vamos a compartir, además de las mismas 24 horas, son los errores. Seguramente, incurriremos en un montón, dedicando valioso tiempo y energía a cuestiones poco importantes. Nadie acierta siempre.

Pero tener en cuenta que hay inversiones o gastos de tiempo que, en un momento dado, son innecesarios, confío en que nos haga acertar más veces.

Confío en que ser conscientes de que podemos invertir el tiempo de otra manera nos sirva para emplear esos minutos, horas o días que tenemos en lo que, verdaderamente, sea prioritario en ese momento.


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