En los últimos cinco años, la popularidad de la vitamina K ha aumentado hasta convertirse en un ingrediente habitual de comidas, bebidas, complementos nutricionales y suplementos vitamínicos.
Sus principales propiedades tienen que ver con el fortalecimiento de los huesos y con la cicatrización de las heridas.
Vitamina K
La vitamina K se encuentra de forma natural en vegetales de color verde, como las coles de Bruselas, el repollo y las espinacas, en frutas como la fresa y en algunos cereales.
La cantidad diaria recomendada para un adulto sano es de 0,001 mg por kilo de peso corporal, algo que puede lograrse sin problema con una dieta sana y equilibrada.
Entonces, ¿por qué se ha popularizado de este modo la suplementación con vitamina K?
La respuesta parece encontrarse en los beneficios que aporta a la salud cardiovascular.
La vitamina K2 ayuda a que el calcio se fije en los huesos y no en las paredes arteriales. Así, los vasos sanguíneos se mantienen sanos y limpios de impurezas.
Esto es especialmente importante para personas de avanzada edad, en la que la descalcificación y los problemas arteriales y coronarios tienen una alta incidencia.
Sin embargo, hay que ser prudente con el consumo de vitamina K, al igual que con el resto de vitaminas, y no abusar de ella.
Consumir más de la que necesitamos puede producir problemas, ya que su exceso se fija en el hígado y los procesos que nuestro organismo debe poner en marcha para excretarla son largos y costosos.
Lo ideal es mantener una dieta sana y equilibrada que proporcione una combinación de nutrientes, vitaminas y minerales que cubran nuestras necesidades individuales.
Las comidas, bebidas y suplementos con un extra de vitamina K pueden ser buenos aliados para mejorar la salud ósea y cardiovascular. Pero deben administrarse con prudencia. Siempre es bueno recordar que ningún complejo vitamínico puede suplir las bondades de una dieta adecuada.
Ante la duda, un médico siempre podrá aconsejarte si de verdad necesitas un suplemento de vitamina K.