El fracaso es una oportunidad para volver a empezar, pero hay que saber manejarlo para que nos sirva como impulso hacia el futuro y no nos hunda en el pasado.
Fracasar no es tan malo. En realidad, el fracaso es una parte más del éxito.
En todo aprendizaje es necesaria la presencia del fracaso para seguir avanzando.
Los errores y las equivocaciones marcan un punto de inflexión a partir del cual no sólo empezamos a comprender de verdad el tema en el que estamos: también nuestros avances son más significativos y nuestro aprendizaje más duradero.
Mira el fracaso con otros ojos
Esto se ve claramente en el terreno educativo. Muchas veces es necesario equivocarse para aprender para siempre una lección.
Corregir los errores ayuda a que nuestra mente encuentre el camino correcto, establezca nuevas asociaciones y avance en aprendizajes más complejos. Sucede lo mismo en el resto de ámbitos de la vida.
Sin embargo, vivimos tiempos en los que difícilmente se tolera el fracaso y el éxito parece ser la única alternativa.
Pero el éxito no es más que una serie de fracasos que se han ido superando mientras se seguía avanzando hacia una meta.
Precisamente las personas con más éxito en la vida son las que han acumulado el mayor número de fracasos hasta lograr sus objetivos.
En la carrera de todo deportista se ha escrito más de una derrota y también hay exitosos empresarios que se han arruinado en más de una ocasión. Errar, fracasar, es algo profundamente humano.
Es la otra cara del éxito. Es un aprendizaje necesario.
Volver a empezar tras el fracaso es una decisión que nos hará más fuertes, más inteligentes y más capaces de afrontar cualquier contratiempo.
Eso no significa que no podamos sentirnos tristes o agobiados cuando nos damos de bruces contra el fracaso. Simplemente se trata de no dejarse inundar por las emociones, de no permitir que un fracaso nos paralice.
A veces es más duro el trato que nos damos a nosotros mismos que la experiencia que estamos viviendo.
Comprender que el fracaso es parte de la vida es el primer paso para seguir adelante. Asumir una equivocación nos da la oportunidad de rectificar, de replantear nuestra estrategia y, por supuesto, de triunfar.
Si transformamos la tristeza y la impotencia en una acción constructiva hacia nuestro objetivo, un fracaso puede convertirse en la experiencia de éxito más fructífera que podamos tener.
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