Si hay alguien cercano que está dejando de fumar y tú quieres apoyarle, sin duda sabes que hay cosas que son de poca ayuda.
Entre ellas, culparle, chantajearle, prometerle una recompensa si deja el tabaco o, quizás, dedicarle alguna de esas frases odiosas que, aunque la pronuncies con toda la buena intención del mundo, pueden lograr el efecto contrario al que persigues.
Especialmente si nunca has fumado (y no has pasado por la experiencia de desengancharte del vicio) es fácil cometer errores.
¿Qué es lo que funciona, entonces? Apuntemos ideas.
Recordarle sus motivos. Si conoces las razones por las que esta persona está dejando de fumar y ves que pasa por momentos de flaqueza, puedes recordárselas.
Eso sí, sin presionar o mostrar una decepción tremebunda si ocurre que el castigado fumador comete un desliz.
En el caso de que haya una recaída, no seas tan duro. El fumador (créeme) ya se siente lo suficientemente mal sin que le recuerdes lo decepcionado que tú estás.
Si se da la circunstancia de que el fumador vuelca su ira contra ti, evita tomártelo a mal. Es el coraje consigo mismo lo que está aflorando. No discutas. Déjalo pasar.
Lo que puedes hacer es recordarle que tú estás intentando ayudar. Dile que estás de su lado, si lo vuelve a intentar. Eso es de mucha más ayuda.
Y, hablando de la transición del fumador hacia su nueva vida, aquí puedes jugar un papel importantísimo. Principalmente, haciendo lo que esté en tu mano para que el futuro exfumador se envuelva en actividades diferentes o para que esté en contacto con ambientes libres de humo.
Por ejemplo, proponle ir al cine o practicar cualquier otra actividad incompatible con fumar. Disuádele de ir al bar o a visitar a sus colegas que fuman como chimeneas (en esos primeros días más complicados).
Esas cositas, aparentemente sin importancia, son de gran ayuda.
¡Ah! Y tampoco te sientas mal contigo en caso de que estés actuando así y el fumador recaiga. Tu parte la estás haciendo bien, por mucho que el fumador se ponga gruñón y te reproche algo.
Recuerda que esa rabia no viene de él/ella, sino de la condenada nicotina.